La versión taurina de ‘Blancanieves’,
el film de Pablo Berger, se alza con el premio Especial del Jurado y la Concha
de Plata a la Mejor actriz mientras la ciudad se queda sin toros por decisión
del equipo de gobierno de Bildu
Por Patricia Rodríguez
La tauromaquia se saltó a la torera la prohibición política y
triunfó en el ruedo, eso sí en el cinematográfico, de Donosti. La versión más
taurina del cuento de los hermanos Grimm, ‘Blancanieves’ de Pablo Berger, se
alzó con el premio Especial del Jurado y la Concha de Plata a la Mejor Actriz del
60º Festival de San Sebastián, una ciudad que no contempla volver a celebrar
corridas de toros según la decisión del gobierno municipal de Bildu.
Con el coso de Illumbe cerrado a cal y canto tras su última Semana
Grande, Carmen, la ‘Blancanieves’ que encarna la actriz Macarena García, tomó
la alternativa el pasado 28 de septiembre en la pantalla del Teatro Victoria
Eugenia con una proyección merecedora de dos trofeos de los nueve que se conceden
en la Sección Especial del certamen.
Méritos ejecutados en blanco y negro y sin mediar palabra, puesto
que la película española realiza un homenaje al cine de los años 20. Época en
la que de ser reales los éxitos de Carmen con capote y muleta, la joven espada hubiera
compartido terna con Belmonte o Joselito ‘El Gallo’, figuras de principios del
siglo XX. “Yo quería una Blancanieves popular, no la hija de un rey. Y los reyes en la España de los años 20 eran los toreros”, ha asegurado Berger.
Y así nace en la ficción la hija de un diestro con poca fortuna y
con una madrastra ataviada con mantilla -caracterizada magistralmente por Maribel
Verdú- que ha convencido a la crítica y no precisamente a la taurina. “La modesta en presupuesto Blancanieves supera concreces a sus dos predecesoras de los gigantescos estudios estadounidenses, abase de imaginación”, apuntan voces expertas tras visionar el melodrama en el
que Carmen huye de su pasado con seis -que no siete- enanitos
toreros con los que “emprenderá un apasionante viaje lleno de fantasía,
aventuras, emoción y humor”, tal y como reza la sinopsis.
4’7 kilómetros de distancia separan la cara y la cruz del arte que
da vida a la cinta del director de ‘Torremolinos 73’ en la capital de Guipúzoa. “Yo no soy taurino, no
tengo abono para Las Ventas ni estoy suscrito al Plus. El tema de los toros era
el único fondo posible para esta historia”, asegura Berger mientras el film es
atacado por los antitaurinos, el único sector que no le ha sacado el pañuelo blanco
al considerar que en su rodaje se sacrificaron reses incumpliendo las leyes de
protección. Unas protestas que acompañaron pero no empañaron la presentación de
la película muda en Madrid en un concierto en el Teatro de La Zarzuela que tuvo
lugar el pasado lunes.
Un discurso compartido por el alcalde de San Sebastián, Juan
Karlos Izagirre, para acabar con la tradición taurina local. “Existe un
discurso antitaurino que comparte este gobierno al 100%, que dice que el
sufrimiento animal, la muerte de un animal no se debe convertir en espectáculo
público”, incidió en rueda de prensa el pasado agosto. Argumentos a los que
añadió la baja afluencia de público a las corridas -la última Semana Grande
reunió a cerca de 40.000 espectadores en Illumbe, con corridas en las no se
completó el tercio del aforo- y el hecho de que en plena crisis económica “una
infraestructura no se puede mantener a costa del erario público para siete días
de toros al año”.
Polémicas a parte, todo apunta a que la ‘Blancanieves’ taurina hará
el paseíllo por la alfombra roja de los Óscar. Al menos, esa es la intención de
la Academia de Cine Española tras anunciar que la película ambientada en
Sevilla representará a España en la categoría de Mejor Film Extranjero, tras
imponerse en número de votos a ‘El Artista y la Modelo’, también en blanco y
negro, y Grupo 7.
De estar anunciada en el cartel de la noche del cine de Hollywood,
–habrá que esperar al 10 de enero a que los académicos den a conocer los cinco
finalistas- para ‘Blancanieves’ no deben ser un problema sus características
técnicas con el recuerdo de la oscarizada ‘The Artist’ –triunfadora en la pasadaedición, la 84º- aún en el patio de butacas.
Levantar la preciada estatuilla sería abrir la puerta grande a la
cinta ‘de luces’ pero también a una fiesta, la taurina, que no entiende de siglas,
a pesar de que los que se escudan tras ellas se empeñen en ponerle la puntilla.
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