Si hay una imagen representativa de los bous al carrer de Almassora esa es la salida desde los bajos del antiguo ayuntamiento. Esa estampa, con Raúl Robles "Raulillo" y un Núñez del Cuvillo como elementos fundamentales, fue premiada ayer por la peña El Caragol de la localidad. El embroque ejecutado por el rodador de la peña El K-nut recibió el trofeo al 'Mejor Recorte de Salida' de las pasadas fiestas de Santa Quiteria.
Un enclave festivo casi tan histórico como su antiguo cadafal de madera, una de las infraestructuras taurinas que fue testigo de aquellas salidas con sabor añejo en la plaza Mayor, así como de las rodadas de aficionados de antaño.
Sin embargo, los que compartieron ayer mesa con los caragols fueron la savia nueva del recorte local, Odilo, Borja, Claverías, Rafa o Miguel. En la tertulia, el tema más comentado fue la recuperación del encierro de cerriles gracias al patrocinio de Aficionats al Bou, con motivo de su décimo aniversario. Precisamente, la peña El Caragol celebrará 40 años de existencia en las próximas fiestas de octubre, en cuya semana taurina se exhibirán 25 ejemplares, entre ellos los seis de la entrada y uno financiado por el consistorio.
Lo de ayer fue una señal. Un aviso, más bien.
Hay cosas que se ven venir. Y así lo fuimos denunciando, criticando, alertando
día tras día. Hasta que el séptimo Pamplona dejó de respirar. También nosotros.
Hoy, en el pórtico del octavo y último encierro de los sanfermines, algo había
cambiado. El escenario era el mismo y, sin embargo, la sensación era muy
diferente. Menos gente, más miedo y, ante todo, más respeto.
Volvía a nacer la fiesta como nace un nuevo
día. Pero con el antes y el después que marca una situación límite. Se
desprendía Iruña de la máquina de respiración asistida, al igual que el herido
más grave en el montón. Y con ese aliento que comportaba la noticia, ese aire
aún entrecortado, contenido, la ciudad recibía a los Miura. Ganadería con tanta
solera en el encierro que incluso unos cuantos corredores se enfundaron la
americana para venerar al hierro de Zahariche.
En la Cuesta de Santo Domingo los tres
cánticos a San Fermín se llenaban de plegarias, mientras en la plaza se
modificaba el protocolo para que no se repitiera el error de las puertas. Dos
puntos separados por 850 metros en los que hoy garantizar la seguridad tenía
más prioridad que hacer una buena carrera. Y así lo han hecho saber saber algunos
pitidos al paso de las autoridades en su pasacalle matinal hacía el coso
pamplonica.
Un mismo recorrido que los seis Miura han
iniciado a las 08.00 horas. Ha tomado la
delantera uno de los ejemplares que a los pocos metros ha vuelto fusionarse con
la manada. Mientras avanzaban por la cuesta, varios toros se han puesto a la
cabeza derrochando nobleza para pasar por delante de la fachada de la casa
consistorial. Ellos también sabían cómo estaba el patio. Las malas noticias
también llegan a los corrales del Gas.
Los seis ‘miuras’ han barrido la curva de
Mercaderes a su paso y han seguido avanzado por Estafeta que hoy también
parecía más limpia de corredores o, mejor dicho, de ‘mirones’. Bonitas carreras
devolvían el mal rato pasado ayer a los que sueñan con tocar pelo en la capital
del toro durante todo un año. A mitad calle, uno de los astados se ha quedado
descolgado y ha sido arropado por tres cabestros y bien llevado por los que
atesoran experiencia en sus piernas. Mientras, el resto del grupo seguía veloz
hacia un temido callejón que hoy pocos se han atrevido a cruzar.
El punto negativo del veloz encierro ha
tenido lugar en la bajada al callejón donde una joven que se ha refugiado en el
vallado ha recibido el cornalón de uno de los toros al
embestir en la carrera. 2 minutos y 16 segundos después de oír el cohete,
Pamplona seguía respirando. Lo hará mejor mañana y pasado... Todo trance tiene su
proceso de recuperación.
El de hoy no ha sido un encierro más, tampoco
el último. Ha sido el primero.
Nos reímos de Mariló. La Montero, la misma
que trasplanta almas junto a órganos, comparó la masificación de los
sanfermines con la tragedia del Madrid Arena. Y nos reímos de ella. Nos
indignamos. Mucho, además. Siete días después de aquel despropósito de la
presentadora de TVE el encierro tenía tintes de tragedia cuando la entrada de
toros y corredores a la plaza quedaba restringida por un tapón al final del
callejón.
No nos sale ahora la sonrisa, ni tan siquiera
una mueca mientras estábamos viendo las imágenes de lo que iba a pasar a la
historia de los sanfermines como una carrera rápida y limpia. Y entre las caras
de angustia, el sufrimiento de los atrapados en un montón y de los mozos que se
han quedado entre Pinto y Valdemoro, en pleno callejón tras guiar como Dios
manda a los toros, nos venía a la mente que el resultado podría ser tan
catastrófico como el de aquella maldita noche de Halloween. Nos venía a la
mente Mariló Montero. Y no, ahora no nos hemos reído.
De momento: incertidumbre. Se habla de tantos
heridos como dudas surgen alrededor del suceso. Entre las primeras hipótesis se
baraja –y así se ha apreciado en repeticiones posteriores- que uno de los
portones de la plaza ha dificultado el acceso al coso al cortar el paso del río
de personas que huía de los Fuente Ymbro. ¿Por qué? El verdadero motivo aún se
desconoce o, al menos, no es oficial. Pero hay errores, acciones, que se pagan
caro. ¿Acaso se le puede poner precio a una vida?
Salían puntuales, como cada mañana, los seis
toros de los corrales de la Cuesta de Santo Domingo. La manada se había
disgregado y los corredores estaban cogiendo toro. Se complicaba la carrera en los últimos metros al
quedarse rezagado el jabonero. O eso creíamos todos. En la plaza las complicaciones
eran bien diferentes. Entrar al callejón era una trampa mortal. Decenas de
corredores, mansos, y toros que buscaban pisar la arena, nada más. Entre dudas,
los que se han visto abocados a ese callejón sin salida han tenido la habilidad
de meterse en las gateras que se construyeron, precisamente, para aliviar montones
como el de hoy.
Aquellos que creíamos que eran parte del
pasado y que esta mañana han vuelto a nuestras pantallas. Algunos hemos cerrado
los ojos ante la agónica escena. No hay más ciego que el que no quiere ver. Pero
los que ni pueden ni deben cerrar los ojos son las autoridades, Pamplona, la
Casa de la Misericordia. La solución ha sido la de desviar a la manada por el
callejón para darles acceso a la plaza por otro de los portones. A los 4’ 15” se
cerraban las puertas de chiqueros y se abrían las de la enfermería.
Nuestro corazón se centraba entonces en los
heridos. En nuestra mente, sin embargo, se repetía el inapropiado símil con el
Madrid Arena. Una comparación odiosa, sí, pero a la que hoy ya no le encontrábamos
la gracia aunque sigamos indignados. Perdón, Mariló.
PD: Mucha fuerza a los heridos. A estas horas
lo único que podemos hacer es encomendarnos a San Fermín.
EXPLICACIÓN DEL MONTÓN (Informa: Ignacio Murillo, periodista del Diario de Navarra)
Los ángeles de la guarda son seres etéreos,
anónimos. Los del encierro de hoy tenían nombre y apellidos. Algunos dirán que
su identificación se debe a su intrusión sobre los adoquines con camisetas de
colorines, pero lo cierto es que sus respectivos DNI han salido a relucir tras
actuar como salvadores de vidas.
A veces uno sale a la palestra sin quererlo. La vida
es muy traicionera. No pregunta, no pide opinión. Reivindicar el anonimato en
un festejo con más de 400 periodistas acreditados y las televisiones
retransmitiendo en directo para todo el mundo es tan utópico como lícito. Esta
mañana han enfocado la tragedia, el peligro que comporta un encierro con seis
toros cerriles y que algunos no tienen asumido. Pero, por suerte, han captado también
el compañerismo del que rebosa el mundo del toro y, en concreto, el de los
festejos populares.
Ninguno de los que hoy han chupado cámara pretendían
protagonizar esos planos. Ni los heridos, claro está, ni los que les han hecho
el quite. Nobleza obliga. Quizá sí hacer una buena carrera y quizá también que
quedara registrado de algún modo para su satisfacción personal. Pero hay
situaciones que se nos escapan de las palmas de las manos.
Los primeros metros que han recorrido los de El
Pilar por la Cuesta de Santo Domingo presagiaban una carrera, al menos,
trepidante. El castaño que se ha puesto en cabeza parecía que quería batir
récords pero la embestida a un mozo en su camino ha cambiado el rumbo de las
buenas vibraciones. Los supersticiosos se remitirán al número 6, identificativo
del sexto encierro, que a su vez se identifica con el número del diablo. Una
figura que en carrera siempre toma forma de toro bravo.
La torada volvía a recomponerse en Mercaderes para
continuar agrupada pero estirada por la calle Estafeta. Ha sido entonces cuando
el toro negro que cerraba el grupo ha arrollado a un mozo, quedando descolgado.
El joven ha intentado retirarse de la cara pero un tropiezo lo ha vuelto a
poner a su merced. Intensos segundos en los que ha aparecido su ángel: Jesús
Alcorcón. ¿Por qué no decirlo? El rodador de Onda se ha echado al rabo para
quitárselo, mientras el de Morella se aferraba al pitón para evitar ser
corneado. Dos castellonenses unidos en Pamplona por el toro y las
circunstancias. Con el animal controlado, varios corredores han retirado al
herido hacia el vallado y otros tantos han metido al toro de nuevo en marcha. Más ángeles. Y más nombres y apellidos. Fuera de Estafeta ha continuado entonces la carrera más importante: la de la vida. Todo eso ha sucedido mientras el ‘pelotón’ recorría los últimos metros de los 850 metros que lo componen con buen son y permitiendo tocar pelo.
Pero el rezagado salmantino se había propuesto no imitar el noble comportamiento de sus hermanos y, de
nuevo, ha probado la capacidad de sus oponentes cerca de
Telefónica. Ya en la bajada al callejón ha embestido a un par de
corredores antes de que el madrileño David Rodríguez* haya vuelto a colear al
animal en pro del festejo y de sus participantes. Más nombres y más gestas.
El cierre del portón de corrales a los 4’ 57” ha
puesto fin a una pesadilla en la que había ángeles de la guarda. Al parecer no
siempre están en el cielo, sino no me explico cómo hoy estaban sobre los
adoquines.
PD: En la crónica...son todos los que están pero no están todos los que son. A todos, a los identificados y a los que no, mi admiración. Ánimos para Diego Miralles "Mija", de Morella, y para el resto de heridos. ¡Gracias!
Hemos perdido los papeles. O los hemos roto. No lo
tengo muy claro. Minutos antes de que los Torrestrella tomaran las calles de
Pamplona el periodista Javier Solano denunciaba packs turísticos que incluían
correr el encierro. Una se ha imaginado a ese grupo de “guiris” abandonados a
su suerte sobre los adoquines de la Estafeta y los ha unido a las estadísticas
del hierro gaditano. 22 corneados en 11 carreras. Nada más que decir. Bueno, sí:
“Good luck!”, que es lo que les habrá dicho el guía antes de salir del vallado
con el cartelito en mano.
Hoy se esperaban cornadas. Y matizo: se preveían dos
atendiendo a los números. Lo que sí se esperaba o, matizando también, lo que se
deseaba, era ver emoción, peligro, ese picante que tenían el cometido de poner los
de Torrestrella ‘in memorian’ de sus paisanos rechazados. Pero estos sanfermines
todo eso se cotiza tan alto como un balcón en el recorrido. Estamos en crisis,
señores.
Ajenos a todo eso, los ‘encierroturistas’ hacían bulto
en la calle esperando los ‘bulls’ o lo que sea que esperen. ¡Dios nos pille
confesaos! Los seis toros, de pelajes variados, salieron de los corrales de la
Cuesta de Santo Domingo hermanados, una colocación que mantuvieron hasta bien
entrada Estafeta con un comportamiento mecánico que no era ni lo que se
esperaba ni lo que se deseaba.
La manada se fue disgregando ya en los últimos
metros del vial, lo que otorgó tensión a la carrera y permitió a los corredores
colocarse en uno de los cuatro grupos que se formaron. Mientras los cinco
primeros toros entraban en la plaza, en la bajada al callejón se complicaba el
asunto con un sexto que había quedado descolgado. Se prolongaba así el encierro
y aumentaban las probabilidades de que se cumplieran las temidas cifras.
No demostró malas maneras -sí miradas- el Torrestrella contra los
corredores que lo llevaban. El gesto, y la gesta, se produjo cuando un mozo
evitó a la rodada que el toro llevara a cabo su intención de volver hacia las
calles ya dentro del callejón. Y, sin más, el ejemplar entró en chiqueros a los
2’ 47” con la ayuda de los dobladores. Terminado el festejo el guía
volvía a buscar a los suyos de nuevo con el cartelito en mano mientras ellos
celebraban seguir vivos o no haber muerto tras participar en un encierro en el que, visto lo visto, se han perdido los papeles y no únicamente los de las estadísticas. Hay viajes que
salen caros. Pero, por desgracia, no solo para aquellos que compran el billete.
Algunos, la mayoría, hoy sólo han ‘catado’ los toros en el plato. “¡Una de toro estofado!”, pedían los mozos tras concluir el cuarto encierro de los sanfermines. Los corredores suelen decir que el mayor triunfo de la carrera es poder participar en el almuerzo posterior. Una muestra de que todo ha salido bien.
Los de Victoriano del Río los han mandado a la barra del bar en un abrir y cerrar de ojos. Han sido 2’ 13” de récord. Tiempo en el que los toros de Guadalix de la Sierra se han pulido los 850 metros de recorrido, limitándose a repetir los ejercicios de preparación que realizan en la finca El Palomar con Usaín Bolt como santo y seña.
Mientras las cocinas encendían los fogones, los seis ejemplares madrileños salían de corrales al escuchar ese ¡pum! que también da salida a los atletas participantes en una competición. A mitad de la cuesta de Santo Domingo un toro ha liderado la manada y ha permitido las pocas carreras del día a su paso por la plaza del Ayuntamiento y el tramo de Mercaderes.
El antideslizante ha conseguido que la curva, histórico ‘punto negro’ del recorrido, haya quedado en un segundo plano; sin embargo, hoy el protagonismo se lo ha dado un mozo que ha sido embestido -que no corneado- por uno de los astados tras quedar a su merced en una de las fachadas contiguas. A ese hoy no le entra nada en el estómago. Sí a los que, obligados por el ritmo de la carrera, han esprintado en Estafeta con poco resultado, mientras las churrerías calentaban el aceite.
La manada se ha mantenido hermanada, totalmente tapada por la parte derecha del vial y dejando poco espacio por la parte izquierda, a la que iba pegada. Una posición que han modificado casi a su llegada al tramo del vallado de telefónica, con tres cabestros abriendo la torada y los seis 'victorianos' compactados. Misión imposible, de igual modo, la de tocar pelo. Un sabor amargo para los que viven por esos segundos que tan solo ha endulzado un buen chocolate con churros al hacer el recorrido a la inversa.
Sentados en la mesa, probando las tapas o aún consultando el menú, los corredores hablaban de la caída de un toro en la bajada al callejón que, con agilidad, se ha incorporado inmediatamente a la carrera sin mayores consecuencias, entrando en la plaza ligeramente después.
Mañana, entre las peticiones al santo patrón, prometen pedirle un hueco entre las astas de los Torrestrella para degustar ese torrente de sensaciones que no se saborean en el paladar. Pero, sobre todo, no se olvidarán de pedirle poder volver a almorzar de nuevo todos juntos.
Los de Valdefresno habían oído hablar de ‘censura’ en Pamplona.
Esa que devolvió a los ‘cebadagagos’ que hoy tenían día y hora en el encierro a
su Medina Sidonia natal. No en vano, ellos habían sido advertidos de que su inesperado debut lo había desencadenado una decisión veterinaria. Acertada o no, eso es otra
cuestión. Tomada sí.
Aunque los salmantinos pasaron el reconocimiento sin
problemas, el miedo al rechazo sobrevolaba en los corrales de Santo Domingo con
el mismo peso que el fantasma de los ‘cebadaditas’, ganadería mítica para los
que corren en San Fermín. Dubitativos, los seis Valdefresno se resistieron a
salir tras escuchar el primer cohete. 1, 2, 3… y así hasta 11 segundos tardaron
en tomar la alternativa en los adoquines a iniciativa de un cabestro. ¡Lo que
hace la experiencia!
El generoso anfitrión fue limpiando las calles al
paso del novel encierro. Un gesto que alentó a uno de los astados que, al
parecer, se había estudiado el recorrido y tomó la delantera creando tanta
tensión como emoción. A sus espaldas, el resto de la manada se mantenía
compacta y a un ritmo más contenido pero, eso sí, imitando al líder en las
miradas amenazantes a un lado y al otro de la cuesta y también en Mercaderes,
como si los corredores fueran enemigos o ¿censores?. Sólo ellos saben lo que
les pasaba por la cabeza.
Lo cierto es que fue prácticamente imposible cogerle
el ritmo al que lideraba la torada, que incluso arrasó con mozos con tantas
piernas como experiencia en Estafeta, dónde se unió al manso casi llegando al
tramo de Telefónica. Sí fue posible ver ‘carrerones’ con sus hermanos que
dejaron algunos huecos para que los corredores tocaran pelo no sin antes
tocarse la cara. Porque con el toro en los riñones no existe veto mayor que el
del ‘compañero’ de carrera que te tira fuera de ella. Otro día será, amigo.
Con este panorama, los 'valdefresnos', ya aliviados por
verse aceptados en la capital del toro, entraron en toriles a los 2’ 27”. Cifra
a la que hay que restar los 11 segundos de duda inicial para
hacer justicia a un encierro rápido y, de nuevo, sin heridos por asta de toro. Un evento que, más allá de los toros, sí tuvo una prohibición expresa: la de cortar el paso a la marea humana que accede a la plaza siguiendo al encierro para proteger a un manso que, tras haber sufrido un golpe a la entrada de corrales, se fue hacia la salida donde finalmente murió por las citadas circunstancias.
Cuando alguien cercano muere pasamos por una
etapa en la que nos negamos a asimilar que no volveremos a ver a esa persona. Esa
es “La ridícula idea de no volver a verte” con la que Rosa Montero titula su
último libro. Un pensamiento que hoy se hacía presente en Pamplona cuando los toros
de Dolores Aguirre, que han encarnado un encierro rápido y limpio, enfilaban
los históricos viales del recorrido.
Era la primera vez que la ganadera vizcaína,
que vivió su adolescencia en la capital del toro, no presenciaba la carrera
tras su fallecimiento el pasado abril. No lo hacía en 'in situ', matizo, porque
para los aficionados Doña Dolores estaba allí, en algún sitio, aunque ellos no
la vieran. ¡Qué ridícula idea la de no volver a verla!
El duelo en la casa ganadera lo han llevado los
seis ejemplares en su pelaje negro –excepto un tostado chorreado- cuando han tomado
la Cuesta de Santo Domingo protegidos por los cabestros. La manada ha seguido
la misma tónica en la zona del ayuntamiento y se ha ido estirando en
Mercaderes, tramo en el que hoy se ha caído un manso. Precisamente este animal es
el que ha puesto en jaque a algunos aficionados al irse de ‘copas’ y volver en
solitario hasta la cuesta.
Con la Estafeta descongestionada a comparación
de ayer pero con mirones a ambos lados de la calle, la torada se ha dividido a
partes iguales mientras los corredores intentaban coger toro. A su paso caídas,
golpes, pero ninguna cornada al paso por Telefónica y callejón con dos astados
encabezando la torada, seguidos por otro a pocos metros. Así han entrado a la
plaza a los 2’05”, pero ha sido 20 segundos después cuando los seis sevillanos han
entrado a los corrales no sin antes brindar una pequeña vuelta en el centro del
ruedo a su ganadera. Estuviera donde estuviera Doña Dolores.
San Fermín se lució en su onomástica. Se quitó el
manto y dijo: “Este dejármelo a mí”. Y así evitó una tragedia en el día grande
de Pamplona. En su día. A los 4’6” el último toro de Alcurrucén entraba en los corrales de la plaza después de haber entrado al capote del santo patrón a
escasos metros del callejón.
Primer encierro, primeros nervios y miedo, mucho
miedo, en 850 metros de un recorrido místico. Quizá el que olió el mansurrón
rezagado para pararse en un punto que, segundos antes, había registrado un ‘montón’
debido a la masificación que comporta la jornada dominical. Pero la maestría,
el pase divino, burló al pánico de los mozos que habían quedado a merced del
colorado nº 58.
La manada se fue compactando mientras sumaba metros
por la Cuesta de Santo Domingo y la plaza del ayuntamiento, para disgregarse en
Mercaderes, tramo en el que se descolgó uno de los ejemplares. Varios cabestros
arroparon al primer toro que enfiló Estafeta, al que siguieron sus hermanos,
literalmente envueltos a corta distancia por los corredores.
Más distancia recibió el que cerraba por su cuenta y
riesgo la torada, al que guiaron con sumo cuidado varios mozos en los últimos
metros. El animal rompió las estadísticas de la casa ganadera al ralentizar la
carrera con un trote ‘chochón’, pero no aquellas que mantenían limpio el parte
de heridos por asta de toro. Porque él no quiso, todo hay que decirlo. Su
resistencia a avanzar sobre los adoquines convirtió en eternos los segundos que
duró la escena.
“No te fíes del agua mansa”, diría mi madre. Y, de
hecho, el astado se vino arriba ya en la plaza, en la que embistió a los
dobladores que, capote en mano, lo invitaron a entrar a chiqueros. Un portón
que encierra el miedo.
Informa: Patricia Rodríguez Imagen de archivo: Periódico Mediterráneo-Paco Poyato
Los aficionados de Almassora no tendrán que ponerse
las gafas 3D para guiar a los toros entre sus riñones. La escena se
materializará más allá de una sala de cine y lejos de los adoquines de Pamplona,
en los que algunos se darán cita a partir del 7 de julio. Tras 17 meses de
espera, la Vila volverá a ser escenario de un encierro de toros cerriles en las
fiestas del Roser de la mano de Aficionats al Bou.
“Haremos un esfuerzo”, reconocía el presidente del
colectivo taurino, Juan Luis Marín, horas después de que los componentes dieran
el ‘chupinazo’ a la iniciativa. Con ella celebrarán su décimo aniversario “de
una forma especial. Queríamos recuperar la carrera y, además, colaborar con la
fiesta”. No en vano la última vez que seis cerriles salieron de los corrales de
la plaza de la iglesia fue en mayo de 2012.
Marín, experimentado y reconocido corredor de
encierros, apuntaba a un punto de “locura”, taurinamente hablando, para
organizar un acto de esta envergadura “en los tiempos que corren”. Una locura
que forma parte de la idiosincrasia de aquellos que deciden jugarse la vida
ante las astas. En concreto, en Almassora los corredores se medirán a astados
de la ganadería Torres Gallego, según han confirmado las mismas fuentes.
6 TORRES GALLEGO ABRIRÁN
FERIA // Unos
ejemplares que llevan el sello de Madrid pero que finalmente abrirán los
festejos patronales de octubre el sábado 5, a falta de que se cierre el
calendario definitivo. En este sentido, los más de 60 ‘Aficionats’ han
depositado su confianza en este hierro “ya que pensamos que es una buena
ganadería y tiene un futuro prometedor al tener muy buena procedencia, basada
en Torrestrella y Cuvillo. Además, desde hace 8 años ha refrescado con
sementales de Fuente Ymbro y Jandilla”.
La confirmación de un encierro en las fiestas de
octubre eleva a 25 el número de toros que se lidiarán en la semana taurina, que se desarrollará entre los sábados 5 y 12. De estos, 24 estarán financiados por peñas o grupos de peñas -6 de ellos por Aficionats al Bou- a los que se sumará el tradicional 'Bou del Poble' del Ayuntamiento.
EL DATO: La carrera de 'Aficionats' será la décima que se celebra en Almassora
El encierro de Torres Gallego que financiará
Aficionats al Bou el próximo octubre será el décimo que se celebra en Almassora
desde que octubre del 2006 el Barrilet patrocinara el primero con toros de
Núñez del Cuvillo. Desde aquella fecha la carrera se celebró de forma ininterrumpida durante
dos años en las fiestas de mayo y octubre con ejemplares de San Miguel
(Barrilet, Penjats, Pirula y Racó); Carlos Núñez (El Trasto); Vaz Monteiro
(T’empujen, K-nut, Kelly y Tots Tancats); y Sánchez de Ybargüen (Caragol). Tras
un impás en las fiestas de mayo de 2009, en octubre de dicho año El Porrat
retomó el acto con un encierro de Mariano Sanz. En mayo de 2010 y 2011 fue el
Ayuntamiento el que se encargó de la financiación del evento –con toros de
Torrestrella y Javier Molina, respectivamente- tras acordar con las peñas la
retirada de las subvenciones para destinarlas a tal efecto; sin embargo, las
dificultades económicas hicieron que el consistorio buscara el apoyo de las
peñas para financiar la carrera de mayo de 2012 –con ejemplares de Román
Sorando-, que finalmente se llevó a cabo gracias a Ayuntamiento (3 toros) y los
de Clafidors, Corb y San Fermín, Barrilet Penjats, Gavell y Retiro y Els
Casats.