Información y fotos: Patricia Rodríguez
La afición al mundo del toro comporta un punto de
locura. ¡Que me llamen loco a mí también! Diría para estos casos Alejandro Sanz
como lo dijo en aquel tema en el que salía en defensa de una chica que pensaba
diferente a los demás. No eran pocos los que ayer debían pensar diferente en
la segunda jornada taurina de la Fira d’Onda, en la que se dio suelta a cinco
toros cerriles desde el mediodía a la madrugada, cuando concluyeron sus
respectivas emboladas.
La locura, taurinamente hablando, comenzó a partir de
las 12.00 horas con la prueba del toro de la ganadería Castiblanco del Casal
Tinger pero fue a las 17.00 horas cuando el Juan Manuel Criado de la peña Quebrá
dio razones al respetable con su actuación. Poco se puede decir de la salida de
‘Taladrante’, cuando partió en dirección a los cadafals que rodean la plaza San
José. Sin embargo, el animal fue a más durante su exhibición protagonizando
intensos momentos en el Raval de Sant Josep, con acciones de peligro en las que
a punto estuvo de llevarse por delante a dos aficionados. El de La Quebrá
mantuvo el nivel en la embolada, a la que dio fuego Rocío Périz.
Los de Pañuelito, fieles a sus colores, no le sacaron el verde al de Paco Medina, aunque se esperaba más
de él. El de Montecillo, hierro que debutaba en las calles de Onda, fue templado
por Mateo Ferris a la rodada pero ‘Narrador’ no tenía ganas de terapia personal
con los profesionales del recorte y prefirió perderse por el recinto taurino.
‘Lunático’ demostró ser el ejemplar de la peña Recorte,
que hace diez años comenzaron a ser juez y parte en la Fira d’Onda, sumando a
su faceta de toreros a cuerpo limpio la de patrocinadores. El de Los Recitales fue
templado por Dani ‘Peluche’ a su salida del cajón pero la atención del momento
se centró en una espontánea que ‘perdió al juicio’ al echarse a correr delante del toro ante la imposibilidad o el fallo de no entrar al cadafal. Un quite
logró que la tarde no se convirtiera en tragedia. Con los tendidos incrédulos
ante lo sucedido, el astado se fue al Pla, dónde cambió su comportamiento
siendo muy noble y dejándose hacer de toro. Pero el toro 'veleta' de la Recorte, ya de vuelta al Raval, volvió a ignorar
a los que le citaban.
Peligrosas 'armas' lucía el cerril del hierro
autóctono de La Espuela cuya peña taurina volvió al ruedo ondense
tras debutar en la pasada edición con buenas críticas. Bien presentado, el astado, que hizo la
salida desde El Pla, volteó a un joven durante su prueba vespertina que siguió
con atención el ganadero, Juanma, cuya obsesión pasa por conseguir el éxito 'de la casa'.
Cerró la tarde la embolada del toro de la Tinger
que, tras cortarle la cuerda, se fue hacia la calle San Miguel en lugar de al
Pla, dónde se le esperaba como agua de mayo. Agua que, por cierto, nunca es bien recibida en la semana de la Fira.
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