Por Patricia Rodríguez
El tiempo es relativo. A unos estaríamos dispuestos a darles todo el tiempo del que disponemos sin restar ni un minuto. Con su permiso, claro. Para otros, sin embargo, esos 60 segundos son algo a lo que no estaríamos por la labor de renunciar. Al fin y al cabo, ceder nuestro tiempo es ceder parte de nuestra vida. Un regalo que ayer sí le hicimos a los 'adolfos'. Y, además, en horas de no madrugar en fin de semana, que son sagradas.
Abrió los ojos la Vall d'Uixó cuando algunos no habían pegado la oreja en la almohada. Es lo que tienen Les Penyes en Festes. El tiempo, pero en este caso meteorológico, se mimetizaba desde primera hora de la mañana con los tonos grises con los que viste la casa ganadera. Otro regalo a la divisa verde y grana. Una de esas que invierten sus horas en un sueño, aunque lo hagan estando más despiertos que dormidos.
Bien despiertos también tuvieron que estar los aficionados que antes de las 8.00 horas accedieron al recorrido. No iban a dar tregua en carrera "Soñador" (N3-G9), "Horquillón" (N32-G0), "Monería" (N15-G9), "Murcianito" (N32-G9), "Murcianito" (N45-G8) y "Monería" (N9-G9). Aunque eso no había forma de confirmarlo de antemano. Ellos, mientras, aguardaban su turno en corrales.
Sonaron las campanas y, después, se oyó la primera carcasa. La que también dispara el corazón. Explotó la segunda y también la tercera. Y fue entonces cuando los seis ejemplares tuvieron vía libre en la "capital del toro" de los bous al carrer. Ayer sábado convertida en capital del encierro, con el permiso de la Pamplona del "Ya falta menos".
La manada salió arropada con tres toros por delante y otros tres por detrás en los primeros metros del recorrido, en los que suele haber un contacto mínimo con aficionados. Tal y como avanzaba, uno de los astados se encargó de tirar del resto del grupo a gran velocidad en el camino de bajada. Un tramo en el que los cuatro primeros 'adolfos' repartieron derrotes a izquierda y derecha entre aquellos que osaron guiarles.
Así llegaron a la zona del Ayuntamiento, donde se registraron los momentos más peligrosos con los toros tomando ambos lados del vial. Pero fue en la parte derecha del vallado, por el que enfilaron los tres primeros ejemplares colocados en fila india, en la que se rozó una tragedia convertida, a la postre, en anécdota. Dos corredores fueron arrollados contra las tablas por el primero de ellos, que incluso dio un giro que podría haberlo llevado a hacer el encierro a la inversa. Segundos convertidos en una eternidad para los que vivieron en sus propias carnes el suceso.
Sin embargo, los seis toros tomaron agrupados la curva y entraron en la recta final literalmente rodeados por numerosos corredores. Su colocación por el ancho vial, en el que se fueron estirando, permitió carreras de infarto, entre golpes y caídas. Los de Adolfo Martín entraron en los chiqueros de la plaza a los 2' 30" aproximadamente. Un tiempo rápido si somos objetivos. Repleto de emociones si nos dejamos llevar por los sentimientos. Ganado para unos, perdido para otros. Todo depende de los ojos con los que se mire. Ahora no me digan que no les había advertido al principio.