10/11/2012

Crónica 4º tarde Feria Taurina del Roser: "Chapeau" para Aurelio Hernando en Almassora



Informa: Patricia Rodríguez



La Vila acogió ayer un desafío torista en la cuarta de feria. De esos que tanto envidian los aficionados españoles a sus homólogos franceses. Ayer tarde no hizo falta cruzar la frontera para disfrutar de tres toros de tres encastes diferentes. Como tampoco hace falta cruzarla para tener protegidos los festejos; puesto que no hay que olvidar que Almassora fue pionera en blindar los suyos.

En último pique con los vecinos tuvo lugar tras el indulto de un ejemplar de Parladé en Nimes. Y, por si sonaba la flauta, L’Arrastre, l’Estocà y Wateque, desembarcaron en el recinto taurino uno de los ejemplares del hierro que crían los hijos del desaparecido Juan Pedro Domecq. ‘Humorista’, nº 13, abrió tarde demostrando codicia al responder a la ronda de cites que abrió Borja. El de procedencia Vistahermosa-Parladé recorrió las calles y pidió pelea en La Picaora.

VERAGÜA DE EMOCIÓN// Pero la competición de hierros tuvo su momento álgido con el ‘veragüa’ de Aurelio Hernando. ‘Incorrejible’ nº 20 compró papeletas para estar en la pasada feria de Gijón a las órdenes de Sergio Vegas, Iván Fandiño, David Mora o Diego Silveti, según la suerte; sin embargo, esa misma suerte quiso que al de la Sierra Madrileña fuera César Palacios el que se lo pasara por la espalda a su salida de chiqueros. El ejemplar, patrocinado por Barrilet, Els Penjats, El Gavell y El Retiro, fue a más durante su exhibición con arrancadas peligrosas en la parte baja del recinto. Allí llegó a doblar los barrotes de una vivienda de la calle San Vicente y encarnó momentos de tensión en la calle La Luz, arrollando a varios aficionados y corneando en el glúteo a uno de ellos, que corrió al toro con chanclas.

Si el concejal de Fiestas, Arturo Soler, vivió la tarde como miembro de la peña El Barrilet, su antecesor, Vicente Bernat, debutó de gris con el nuevo colectivo ‘Els del Comboi’, compuesto por conocidos aficionados de la localidad. El cárdeno de Ana Romero no hizo honor a la sangre Santa Coloma y tan sólo dio esperanzas a su salida a la plaza Mayor. A posteriori, el ejemplar, en el tipo de la casa, se limitó a pasear por el recinto adquiriendo sentido en los últimos compases de su lidia.


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