3ª Feria de la Magdalena: "Querer es poder"

Informa: Patricia Rodríguez

Fotos: www.mundotoro.com

Querer es poder. Lo confirmó Alejandro Esplà tras lidiar al quinto de la tarde y lo corroboró Luis Miguel Casares con un sexto de condiciones similares, por no decir imposibles, en la novillada de la Feria. La nota discordante la puso Diego Lleonart cuya actuación se quedó en un quiero y no puedo en una tarde en la que no valía el no pudo ser tras la alternativa y triunfo de su eterno rival, Abel Valls, 24 horas antes.

Repetía Fuente Ymbro con una corrida pareja en peso y presencia pero de la que sólo cabe destacar el juego del lidiado en tercer lugar. Le tocó en suerte a Casares el enrazado castaño y el de Zaragoza no desaprovechó los atisbos de nobleza desde las verónicas de recibo. Embriagado hizo lo propio con la tela humillando en la embestida por el pitón derecho. No tenía las mismas condiciones por el izquierdo, lo que le causó un susto a un novillero que derrochó oficio y saber estar durante la lidia. Un pinchazo lo privó de un trofeo que consiguió con el que cerraba plaza. Harinero le dio trabajo, y no de oficina precisamente, pero ya se sabe que no está la cosa como para elegir. El novillo, que acusó mansedumbre en los tres tercios, lo llevó por la calle de la amargura, como un un niño indisciplinado a su profesor. Pero Casares se puso la toga y no desistió en su empeño de sacarle un muletazo en con condiciones hasta que lo consiguió cambiándolo de terrenos y llevándolo al tercio, donde le sacó varias series por los dos pitones. Mató de una buena estocada y fue premiado con una oreja; una oreja como mérito al trabajo.

Esperada era la presencia de Alejandro Esplà, más por ser el hijo de que por méritos propios, y el alicantino, consciente de ello, dejó su rúbrica con dos faenas templadas. De más peso fue la que realizó a su primero, un toro castaño claro y de nombre Tramposo, con la que recibió una oreja. No iba mal el torito y Esplà con gran seguridad resolvió con el capote rematando con una serpentina. Comenzó su faena pausado con derechazos a pies juntos para después llevárselo a los medios. Siguió por ese pitón y se vieron series de interés con cambios de mano meritorios para dar el pase de pecho. Cogió la muleta con la zurda, y por ahí se vieron buenos naturales. No le faltaron sustos al vástago de Luís Francisco --que estuvo atento a la faena desde el callejón-- que se quitó las zapatillas antes de rematar por manoletinas y matar de una estocada honda que le valió para obtener un trofeo. El quinto, otro rebelde sin causa, no recibió suficiente castigo en el tercio de varas e hizo pasar por el aro a Alejandro con la muleta. Lo probó por los dos pitones entre enganchón y enganchón y algún ay! del respetable. Lo fijó en las últimas series tras mucha paciencia y bajando la mano. Mató tras un pinchazo.

Diego Lleonart no se aplicó el cuento del novillero. Demostró que quería intentando recibir a porta gayola a los dos novillos de su lote, que no eran para tirar cohetes, más bien todo lo contrario. Desastrosa fue la lidia de su segundo al que picó el castoreño que hacía puerta, no atinaron los de plata con las banderillas y ya con la muleta, a pesar de que el novillo humillaba, la cosa no trascendió a los tendidos. Se le vieron ganas, pero no maneras, y a pesar de que batalleó en sus dos faenas tampoco estuvo fino con la espada.