Imagen: vídeo-homenaje www.tvcs.tv
Llegó y pidió un capote. El suyo lo había dejado a cientos, a miles más bien, de kilómetros más abajo. Así se lo pidieron los suyos. Y empezó a dar lances con el trapo prestado, también quiebros. No le quitará la vista a la tela, por si hay que hacer algún quite aquí abajo. Misión nada fácil incluso para una persona placeada como él. Tantas tardes a las que puso fin una mañana de octubre. "Vale la pena vivir por lo que vale la pena morir". Lo dijo El Juli días atrás y lo diría hoy Adrián, seguro. Difícil compartir la máxima para sus familiares y amigos, incluso siendo aficionados. Aquellos que notarán su vacío en "la" plaza o en una actuación de su grupo, su capote sin movimiento o sus 'zapatillas' quietas. Pero quizá, al final, no haya más consuelo que ese: el que haya dado la vida por lo que más quería.
¡Hasta siempre, Jotero!
Por Patricia Rodríguez