1/27/2013

Opinión: El monstruo (bueno) que Joselito me incitó a ser



Por Patricia Rodríguez
Artículo publicado en el Anuari Bou per la Vila 2012


Siempre recuerdo una frase que me dijo el maestro José Miguel Arroyo ‘Joselito’ en el Curso de Periodismo Taurino: “Aquí queremos crear monstruos, pero monstruos buenos” en referencia a la necesidad de tratar con respeto la información taurina y a sus protagonistas objeto de “muchos ataques”, incidió el torero madrileño.

Desde entonces siempre he querido ser un monstruo bueno. ¡Qué cosas! Con esa pretensión, al menos, es con la que cojo papel y boli cada vez que me dispongo a cubrir un festejo, resaltando lo bueno sobre lo malo pero nunca mintiendo, en base a mi propio criterio. Lo bonito del mundo del toro es precisamente eso, que cuando se termina la tarde todos hemos visto lo mismo y todos hemos visto algo diferente.

El objetivo de ser el monstruo (sí, bueno) que ‘Joselito’ me incitó a ser se complica cuando se produce una cogida y en la redacción no conocen esa máxima ni tan siquiera a aquel niño de dura infancia que se convirtió en figura del toreo en los años 90.

Esa sensibilidad es casi imposible de tener si tu profesión no va acompañada de tu afición. Pero más allá de ser periodista y taurino o periodista taurino -en el mejor de los casos- no podemos obviar que los medios de comunicación son empresas y, como tales, quieren vender más periódicos o alcanzar mayores cuotas de audiencia que la competencia.

Y esas son las verdaderas razones, a las que cabe sumar el concepto de noticiabilidad, que llevan a la dirección de un medio a ilustrar una portada o abrir un telediario con la imagen de una cogida tanto si se registra en una plaza como en una calle. Sin embargo, las consecuencias van mucho más allá para la fiesta y, en concreto, para los bous al carrer, a los que en ocasiones se mide injustamente según el número de víctimas.

Los medios generalistas -no así los locales o especializados-, alejados de lo que sucede a pie de calle cuando se abre el toril más allá del embroque con la tragedia, han convertido a la prensa en el enemigo de los aficionados, que miran con tanto recelo a los periodistas como a los antitaurinos. ¡No me compares!

Cubrir un suceso no significa un ataque al colectivo. Todo depende de los ojos con los que se mire, de las palabras con las que se narre y, por supuesto, de las imágenes que las acompañen. El riesgo es tan innegable en el mundo del toro como la búsqueda de la verdad en el periodismo.

La misma verdad que me lleva a asegurar, por si alguien aún lo dudaba, que si como aficionada desearía que no hubieran cogidas como periodista desearía, además, no tener que cubrirlas.

Los monstruos, al menos los de ‘Joselito’, también tenemos sentimientos.


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