“En Puçol es tradició 7 de setembre dia de bou”. Así reza una canción popular de la localidad y, aunque bien es cierto lo que dice, para muchos el 7 de setembre es “més que un dia de bou…”.
Puçol vivió ayer el día más esperado de su intenso calendario festivo. No se hizo de rogar y a las 8 de la mañana, como es tradicional, seis astados de Benavent inauguraban la jornada a la par que protagonizaban el encierro.
Las nubes e incluso la lluvia amenazaron a mitad mañana con aguar la fiesta pero lo único que consiguió aguar la bajada de cajones fue el agua que tiraban desde algunos balcones a petición de los peñistas.
El sonido de la dolçaina rompió un respetuoso minuto de silencio en homenaje a Benavent y el Indio que sirvió como preludio a la exhibición de 4 de los cerriles que componían el cartel de lujo del 7 de setembre.
Abrió plaza un burraco de Torrestrella que sólo deleitó a los aficionados con su estampa, ya que poco se puede destacar de su juego. Mejor comportamiento tuvo el Cuadri que se soltó a posteriori y que puso en apuros al recortador local Salva Marsaga. Sin pena ni gloria fue la exhibición del ejemplar de El Vellosino que se limitó a saludar a los miles de aficionados congregados en el recinto. De mayor peso fue el resultado del Victorino, cárdeno y muy en el tipo de la casa, que salió en tercer lugar del cajón y que se resistió a ser encerrado.
La tarde finalizó con la suelta de ganado y la embolada de una vaca que protagonizó destacadas arrancadas.
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