3/21/2009

6ª Feria de la Magdalena: "Hay vida después de José Tomás"

Informa: Patricia Rodríguez
José Tomás toreaba sólo ayer, o al menos eso les parecía a algunos. En las taquillas colgaba, por primera vez en lo que va de feria, el cartel de no hay billetes. ¡Toreaba JT! Nadie estaba dispuesto a quedarse sin ver al maestro de Galapagar y buena prueba de ello era el panorama que presentaban los edificios colindantes a la plaza, por no hablar de un helicóptero que se dedicó a dar vueltas al coso de Pérez Galdós… ¿sería un seguidor? Cuando torea José Tomás impossible is nothing.

Pero ayer los que pensaban que acudían a una encerrona tuvieron que ver a otro torero en el ruedo. Para los que no se quedaron con su nombre se llama Abel, Abel Valls. El de Castellón cogió la oportunidad en el tercero de la tarde y la aprovechó en el sexto, un noble ejemplar de El Torreón, en la faena de después de... Y ahí quedó eso. No me olvido de usted maestro Esplà, que lo de ayer tampoco fue un mano a mano, aunque por unas u otras razones no estaría de más pensarlo.

Salió José Tomás al ruedo en sus dos faenas y se hizo un silencio sepulcral sólo comparable a las procesiones de la Semana Santa sevillana, donde el fervor popular habla en señas y desgarra su garganta a golpe de saetas. Ayer, el Santísimo también tuvo saetas en el quinto, faltaría más; Y es que alguno se empeñó en que sus berridos fueran los acompañantes de muletazos enamorados, de esos en los que la embestida abraza a la muleta, el toro se rinde al torero, y un segundo parece una eternidad. Un amor en el que José Tomás siempre dio más de lo que recibió de un toro de El Torreón escasito de fuerzas y paradote al que trató con mimo y esmero desde los primeros estatuarios. Basó la faena en el pitón derecho donde se vieron intensos muletazos a pies juntos y otros en los que se rompió por la cintura en su empeño de entregarse al toro.

Menos complicado se lo puso el segundo de la tarde al que recibió por verónicas y ajustadas chicuelinas. Con la muleta se vieron muletazos largos siempre mejor por el pitón derecho, aunque también marcó alguna buena serie por la zurda. La faena tuvo su punto álgido en el tendido en una serie de circulares con la diestra y cinco impresionantes manoletinas. El fallo con los aceros le privaron de obtener más trofeos.

Ayer no hubo sangre, ni gritos, ni miedo. Ayer no toreó el José Tomás camicace de la temporada pasada, sino el José Tomás más torero, el que se arrima, no el que se deja coger.

Tras la faena de… al quinto algunos guardaron sus pañuelos, y otros, directamente, se fueron. Unos no tuvieron más remedio que volver a sacarlos, los otros se están comiendo las uñas o mordiendo la lengua.

No había estado mal Abel con el tercero, al que realizó una faena voluntariosa siempre en busca de un toro con acusada querencia a tablas. Sin embargo, fue en el sexto, el mejor ejemplar de la corrida, con el que calló bocas y arrancó ovaciones. Tal cual. Valls vio las bondades del noble de El Torreón al que lidió por el derecho en las primeras series. Se cambio la franela a la izquierda y por ahí llegó un toreo maduro, de clase, con un vaivén de naturales ligados con los que se desató un clamor que fue mucho más allá del simple apoyo al de la casa. Estoconazo y dos orejas. ¿Merecidas? Sí, muy merecidas. Y es que señores, hay vida después de José Tomás!



Luis Francisco Esplá, ovación y saludos.
José Tomás, oreja y oreja.
Abel Valls, saludos tras petición y dos orejas.

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