3/17/2009

2ª Feria de la Magdalena: "El vuelo de la libélula"


Informa: Patricia Rodríguez

Alzó el vuelo y se convirtió en Libélula. Abel Valls ascendió ayer al cielo de los de seda y oro por la puerta grande. El castellonense firmó una faena de dos orejas al toro de su alternativa tras recibir los trastos de manos de Matías Tejela en una ceremonia emotiva para una afición testigo de su larga metamorfosis.

Salió Libélula al ruedo y el toricantano desplegó sus alas. De blanco y oro, como signo de pureza, Valls recibió al castaño de Fuente Ymbro en el tercio con una larga cambiada de rodillas y clavó sus zapatillas en la arena para seguir por verónicas; sin embargo, el huidizo ejemplar, de 472 kilos, se lo llevó por delante sin mayores consecuencias. Tras un puyazo, se quitó la espinita con dos chicuelinas en los medios. Cogió la muleta de su padrino Valls e inició un vuelo rasante para recibir al juanpedro de rodillas, ligando con gusto por el pitón derecho. Probó por el izquierdo, llegaron los naturales, sometiendo, en redondo, y salieron las ninfas. Y con ellas los olés, los suspiros, los gritos callados de esperanza. Bien Abel bien. El bravo de Ricardo Gallardo, que no andaba sobrado de fuerzas, se entregó en un viaje que terminó con una estocada trasera. Los pañuelos blancos apuntaron al cielo para pedir los máximos trofeos, donde ya volaba Abel.

Su segundo ejemplar, lidiado en sexto lugar, salió con brío de chiqueros pero el de Castellón lo sometió desde un primer momento con verónicas pausadas, con temple, mandando. Realizó una faena fundamentada en el pitón derecho, pero Mimoso se rajó antes de tiempo. Dos pinchazos se llevaron otra posible oreja.

Matias Tejela tocó pelo al cuarto de la tarde como réplica a su primero, un ejemplar parado y reservón al que intentó hacer faena por todos los medios y mató tras dos fallidas estocadas. Tampoco se lo puso fácil al madrileño Amargado un toro negro mulato que entró bien al vuelo del capote pero que se fue parando en la muleta; aún así, Tejela se entregó a las exigencias del morlaco con derechazos ligados y exprimiendo su embestida con buenas series de naturales. Remató con varias bernardinas cómo prólogo a una media estocada.

Alejandro Talavante, que actuó como testigo de la ceremonia, no tuvo en suerte con los toros que le tocaron en suerte. A su primero, abanto con el capote, lo recibió con verónicas a pies juntos y, tras el puyazo, le dio varias chicuelinas en los medios. Inició faena con la muleta con estatuarios de calidad en el tercio pero el negro bragao de Fuente Ymbro se negó a colaborar con el torero. Mató tras dos pinchazos. El quinto se dedicó a protestar por ambos pitones y Talavante, resignado, le dio muerte con una media estocada.

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