3/16/2009

1ª Feria de la Magdalena: "Peregrinos"


Informa: Patricia Rodríguez



Peregrinos en los tendidos y en el ruedo. El coso de Pérez Galdós acogió ayer la primera corrida de la Feria de la Magdalena en el día grande de sus fiestas fundacionales; cuando Castellón peregrina hasta la blanca ermita por “orgull de genealogía”. El mismo orgullo que llenó tres cuartos de plaza como muestra de adhesión a tres matadores de la tierra que llevan a cuestas su particular peregrinación para estar en las ferias y que ayer se perdieron por el camino.

Mientras el mundo del toro centraba su atención en la apertura de temporada de José Tomás en Valencia, Castellón apoyaba a sus toreros en lo que se calificaba como una corrida histórica por estar formada por tres espadas provinciales y por la oportunidad que se les brindaba tras muchas plegarias y no pocas súplicas.

Paco Ramos, de verde y oro, se orientó bien con su primero, un toro castaño de gran nobleza de la ganadería de Fernando Peña. No desaprovechó el de Onda al ejemplar de 506 kilos, que lo supo llevar desde las verónicas de recibo y se adornó con quites por chicuelinas a la salida del caballo. Con la muleta Ramos tiró de oficio y toreó con gusto y clase por el pitón derecho, destacando una serie de derechazos ligados. Alargó la faena en exceso y falló con la espada, lo que sólo le valió el reconocimiento del respetable. En su segunda faena perdió el rumbo y estuvo falta de transmisión con un toro que fue a menos en la muleta. Volvió a fallar con la espada.

Su paisano, Vicente Prades, tenía ganas, más bien prisa, de llegar a buen puerto tras el árduo camino. Pero no pudo ser. De azul y oro comenzó sus dos faenas recibiendo con un farol de rodillas. Su primero, huidizo y bronco en los primeros tercios, le permitió buenas series al inicio de su faena de muleta. Pero el ejemplar, de 503 kilos, fue perdiendo chispa mientras Prades se empeñaba en hacerle virguerías que ya no eran aptas para el estado del animal. Falló con la espada y recibió los aplausos de la afición. Los mismos aplausos que recibió Bernardo del Valle Vallito que demostró que la veteranía es un grado. En el quinto, un colorao amelocotonado con brío y nobleza, estuvo bien con el capote pero en la muleta no se acopló a un toro que fue a manos. Mató de una buena estocada.

Bien sabe de peregrinación Alejandro Rodríguez; no en vano procede de Les Useres el pueblo dels peregrins. A Rodríguez le tocaron en suerte los dos ejemplares más parados de la pareja corrida que el ganadero de l’Alcora eligió para Castellón. Su primero, un toro negro, bajo de agujas, de 504 kilos, fue bronco en los primeros tercios. Con la pañosa supo someterlo en los primeros muletazos, sobre todo por el pitón izquierdo, pero todo se quedó en una faena sin ritmo. Un ritmo que sólo puso la banda de música. Mató de una estocada tras pinchazo. En su segundo, un ejemplar de 540 kilos, no transmitió y mató tras reiteradas estocadas y descabellos.

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