7/10/2014

Crónica encierro de Garcigrande San Fermín 2014: Boicot en Santo Domingo

Uno de los toros tropieza en la entrada a la Estafeta.


Por Patricia Rodríguez
Foto: EFE/Javier Lizón


Lo había estado planeando toda la noche en los corrales. “Cuando abran esa puerta la lío, juro que la lío”. La idea le rondaba por la cabeza desde que lo reseñaron para el debut de Garcigrande en San Fermín. No tenía nada contra el santo patrón, ni contra Pamplona, ni tan siquiera contra los mozos. Pero vio en aquella cita el escenario idóneo para no pasar tan solo a la posteridad por ser uno de los toros marcados “con el hierro predilecto de las figuras”. "Que yo no me caso con nadie", dijo.

Y así, como toro de ideas fijas que ha demostrado ser, ha convertido la Cuesta de Santo Domingo en su centro de operaciones al desmarcarse de la manada en ese primer tramo e ir a por el bulto. Primero a por los de la izquierda, luego a por los de la derecha ya en fueros de la casa consistorial, mientras sus hermanos, agrupados, se desentendían de aquel desbarro. Los amigos se eligen, la familia no.

Tras el calentón inicial, al astado ha vuelto a entrar en razón y se ha hermanado en Mercaderes como si nada hubiera pasado. Quizá su venganza ya estaba hecha. Sin embargo, la mente, la que lleva el mando sobre las condiciones físicas, se quedaba con las posibles cogidas, con las múltiples volteretas; en definitiva, con los heridos que dejaba la carrera en la que se cumplía un lustro de la muerte de Daniel Jimeno.

Hoy, como en su último encierro, el corredor ha estado presente en Telefónica. Nadie muere si hay alguien que lo recuerda. 12 rosas blancas y rojas lo han imposibilitado en aquel poste por el que han pasado los de Garcigrande, cinco delante y uno rezagado por detrás. Esta ha sido la colocación de la manada por toda la Estafeta, después de que en la curva uno de los astados tropezara con un pequeño montón de mozos, descolgándose del grupo. Así, las carreras han estado condicionadas por la colocación y la velocidad, causa de las múltiples caídas, porque de malos gestos ni uno. Por respeto, quién sabe.


A los 2’30” los seis astados entraban en los chiqueros. Esta tarde los esperan las figuras en la plaza y todas las miradas estarán puestas en el orgulloso toro salmantino. En si también se vengará, ya sobre la arena y con los de luces, de ese San Benito que lleva su ganadería. ¡Por chulito!


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