10/03/2008

Un taurino en la Gran Manzana


Informa: Sara Fructuoso y Patricia Rodríguez
Foto: Sara Fructuoso

La literatura de Hemingway le descubrió el mundo de los toros en su época de estudiante universitario y desde entonces Imre Weitzner Jr. (Nueva York, 1934) predica el dogma taurino en la Gran Manzana. Radiólogo de profesión, es la cabeza visible del Club Taurino of New York (CTNY), un colectivo que venera la fiesta nacional desde la clandestinidad en una ciudad donde, como bien dice el final de Pretty Woman, “todo es posible”, incluso encontrar taurinos.

De esos estudiantes, editores de periódicos, artistas, profesores, joyeros y hasta ex matadores que conforman la plataforma habla Weitzner en el cruce de la calle 90 con la Sexta Avenida. El encuentro no puede resultar más curioso, pues nadie espera charlar de la rivalidad de los Ordóñez y los Dominguín en los 60 ni del fenómeno José Tomás entre taxis amarillos y bloques de 50 pisos. Nada del sentimiento taurino flota en el ambiente y, sin embargo, el actual presidente del CTNY vive estrechamente ligado a la “fiesta más culta que hay en el mundo” --según definió Federico García Lorca el toreo-- desde los 18 años.

Ataviado con la chaqueta oficial del club, de un rojo intenso, Imre Weitzner relata al detalle su primer viaje a España en 1953 aprovechando unas vacaciones como estudiante de la Facultad de Medicina. “El avión con el que viajaba hizo escala en las Azores antes de aterrizar en Barajas porque no tenía la capacidad suficiente para llegar directamente”, recuerda. La foto de un toro en la revista ‘Dígame’ le incitó a viajar a Valencia donde, después de 13 horas de viaje en autobús, tomó su bautismo taurino desde los tendidos del coso de la calle Xátiva con un cartel que encabezaba Miguel Báez, Litri, padre.

Desde entonces nada ha sido igual. Se convenció de que debía exportar a su ciudad la magia de los trajes de luces, la liturgia de cada tarde de toros, hasta el tacto de la arena y el olor de los puros. Ocho años después nació el Club Taurino de Nueva York, que ha conseguido mantenerse a flote desde entonces gracias a una actividad frenética que se desarrolla desde octubre a junio le pese a quien le pese. Los últimos invitados del ente, que cuenta con 30 asociados, han sido el diestro Enrique Ponce y su esposa, Paloma Cuevas. Dada la estrecha amistad que les une, no es de extrañar que el maestro esté presente en la fiesta del 50 aniversario del club. Aunque la efeméride no se cumplirá hasta 2011, el decano del colectivo, quién ha seguido los pasos de su hermano en estas lides, prepara ya un homenaje en la Gran Manzana en el que España tiene mucho que decir.

Al igual que ocurrió aquella tarde de 1970 cuando, como si fuera una escena de película americana, una corrida de El Viti y El Cordobés logró congregar a cerca de 12.000 personas en el Madison Square Garden ante una pantalla gigante. La gesta fue apoteósica pese a que a la salida no se vieron mantones ni claveles, sino un nutrido grupo de antitaurinos con pancartas en pro de los derechos de los animales. “Dicen que es una cosa vinculada a la antigüedad, que estamos en el siglo XXI y hay que evolucionar… Aquí, los antitaurinos utilizan los mismos argumentos que en España”, explica. Ellos son la principal lacra del Club Taurino de Nueva York, que en contadas ocasiones tiene oportunidad de aparecer en los medios de comunicación locales si no es para recibir críticas, y que vive en la más absoluta clandestinidad por miedo a las represalias de los radicales.

Luchando contra el generalizado sentimiento antitaurino de la ciudad de los rascacielos no resulta incoherente que confiese: “En España me siento mejor que aquí”. “Los españoles son muy amables, tenemos muchos amigos y allí me siento como en casa”, afirma Weitzner, quién visitó la península el pasado mes de septiembre con motivo de la feria de San Mateo de Logroño.

Con un español perfecto, aunque se empeñe en decir lo contrario, Imre Weitzner y su esposa sobrellevan el mono de España entre flamenco y manzanilla esperando que el cambio del dólar al euro les sea favorable.



Imre Weitzner: “Creo que somos tres cuartos toristas y un cuarto toreristas porque los toros son esenciales”


1934- Nace en Nueva York.
1953- Viaja por primera vez a España. Asiste a una corrida de toros en la Feria de Julio de Valencia.
1961- Nace el Club Taurino de Nueva York con 41 socios, la mayoría mujeres.
1968- Se traslada a Pamplona para conocer los sanfermines, a los que acude prácticamente cada año en la década de los 70.
2006-Accede a la presidencia del Club.
2008- Entrega en Madrid los galardones anuales del club al matador César Rincón y al ganadero Victorino Martín.

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