Informa: Patricia Rodríguez
Foto: Diario de Navarra
Padilla se ha dado un baño de
masas. El torero jerezano ha repetido esta mañana el ritual clásico de los
últimos encierros, el de hacer el recorrido junto a los pastores en esos
minutos previos. Y dejarse querer por las masas. Entre la plaza de toros y la
Estafeta. Un fenómeno fan propio de estrellas del rock que, después de los 2’13”
de carrera, se han merecido algunos corredores. Los que se mueven entre el
anonimato que pide el encierro y el estrellato al que obliga la televisión.
No hay atuendo blanco que haga invisible
a nadie situado a escasos milímetros del toro. En su función de guía. Los
victorianos han puesto en bandeja coger hueco por su colocación. Casi un
imposible, sin embargo, por la alta velocidad en carrera. ¡No lo iban a poner
tan fácil! Y es que los de astados de Guadalix de la Sierra hacen gala cada ‘sanfermines’
de los resultados de sus entrenamientos en los 875 metros de recorrido.
La manada ha salido con dos toros
arropados por los cabestros por delante y cuatro por detrás. Poco después la
condición de atletas de los ‘victorianos’ ha quedado patente al ir ganando
terreno en la Cuesta de Santo Domingo. El burraco ha tomado la delantera y ha
marcado el ritmo de vuelo en el sexto encierro de San Fermín.
Colocados en fila india han
aparecido por Mercaderes para tomar la curva con buenas maneras. Ha sido en Estafeta
donde, perfectamente organizados por la parte izquierda del vial, han ido
limpiando el terreno con gran nobleza. Como si su objetivo fuera más el de
llegar a la meta cuál Usain Bolt que el dar signos de bravo. La torada estirada
y de dos en dos se ha encontrado con corredores que han podido aguantarles el
ritmo. Carreras para aplaudir, ovacionar e indultar. Y más, si cabe.
El único incidente se ha
registrado en el tramo vallado de Telefónica, cuando un toro ha caído y un mozo
se ha chocado con él; sin embargo, se ha incorporado prácticamente de inmediato
a la carrera con el objetivo de darle una buena marca a Don Victoriano. Y así
se ha cerrado el portón de chiqueros a los 2’13”. Y los corredores deshacían el
camino corrido al paso. Sin aplausos, satisfacciones, ni indultos, pero sí con la satisfacción
interior. Eso es lo que queda.
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