Informa: Patricia Rodríguez
Foto: Diario de Navarra
Correr no es de cobardes. Un
cobarde es aquel que se escuda en un nombre falso, en un anónimo, para echar
basura por su boca. Aquel que se declara antitaurino como acreditación para
manchar la memoria de una persona y su familia, para insultar y vejar. Y esa, a mi juicio, no
es la definición de antitaurino. Más bien de mala gente. De persona, poco o
nada.
Las grandes faenas, también sobre
los adoquines, se brindan al cielo desde el pasado sábado. La misma jornada en que
la parte más oscura de la sociedad tomó como punta de lanza una tragedia. Mierda
virtual que palpamos en la realidad. Y duele. Difícil limpiar tanta escoria del
mundo. Coser y cantar, a su lado, eliminar los vertidos de una noche de fiesta
en el recorrido del encierro.
Allí donde no caben los cobardes.
Sí el miedo, porque el miedo es humano. Y más humanidad es lo que necesitamos. Han amanecido los 875 metros limpios como la patena para posibilitar el penúltimo encierro de
los sanfermines, con toros de Núñez del Cuvillo. Había llovido en Pamplona
durante la madrugada. Lágrimas que podían complicar la carrera debido al suelo
mojado.
Los toros gaditanos han abierto manada en la Cuesta de Santo Domingo, ocupando casi la totalidad del ancho de
la calzada. Los seis ‘cuvillos’ se han ido estirando y un colorado se ha puesto en la cabeza,
embistiendo a un grupo de corredores en el vallado situado frente al
Ayuntamiento. Allí se ha registrado la única cogida del séptimo encierro a un
ciudadano americano. A continuación, el animal se ha situado a la cola de la torada.
El milagro diario se ha producido hoy en la curva de Mercaderes, en la que ha quedado a merced de los toros un aficionado
que, si bien se ha salvado del negro que abría la manada por su rápida reacción, no se
ha librado de quedar atrapado por los siguientes. En fila india han entrado en
Estafeta, situándose por el vial cuatro por delante y otros dos a metros de distancia, permitiendo carreras de infarto entre los corredores habituales. En
esos sitios en los que los humanos se convierten en seres superiores. Con
miedo, pero sin cobardía.
Tres de los ejemplares han llegado primero a la curva de Telefónica. En dicho punto, uno de los toros ha caído junto a un mozo en la parte derecha del vallado, adelantándose un astado en solitario para entrar a la plaza. Poco después han pisado la arena los tres siguientes en dirección a chiqueros, a los que les han seguido los dos últimos.
Encierro rápido, de todos
modos, con un tiempo de 2’32”. Así se ha dado por concluida la carrera pero no los valores que comporta la
tauromaquia. Valores de los que carecen aquellos que se avergüenzan del que es y se declara taurino. Vergüenza me daría a mí no tener corazón. Vergüenza ser
como vosotros.
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