"Torrechiva", de Onda, en la portada de Mediterráneo.
Por Patricia Rodríguez
Foto: Periódico Mediterráneo (EFE/AP/Reuters)
El encierro de Pamplona es tan anónimo como los ángeles de la guarda. Aunque ayer compartieran nombre y apellido. Alberto Guillamón para la administración. “Torrechiva” a pie de calle. Ahí, sobre los adoquines de la calle Mercaderes, el conocido aficionado de Onda salvó la vida de un mozo al ‘colear’ a “Olivito”, el toro de Miura rezagado de la manada en la última carrera de San Fermín.
“He visto muchas situaciones parecidas, pero esta es la que más me ha traumatizado. Me he agobiado mucho en ese momento porque creía que lo mataba”. El que habla es un hombre con 42 ‘sanfermines’ en sus riñones y más “bous al carrer” en la suela de sus zapatillas. Lo hace horas después de su intervención en una aparatosa cogida y ya de vuelta a casa. La pregunta de si el año que viene volverá es tan obvia como la respuesta: “Sí. Pienso volver siempre que las condiciones físicas me acompañen como hasta ahora”.
Cuenta “Torrechiva” que esta semana no se había puesto aún en la cara del toro, “pero hoy –ayer para el lector- por ser el último día y con toros de Miura” iba dispuesto a ello. Eligió el final de Mercaderes para meterse en la carrera cuando, a la salida de la famosa curva, se encontró con la imposibilidad de avanzar ante los dos ejemplares de pelaje salinero que se habían caído. “El primer astado se ha levantado y he tenido la intención de seguirle, pero cuando he visto que el segundo iba a por un chico que aguardaba en la pared de la derecha he cambiado de idea”, aseguró.
Mientras los cuatro primeros ‘miuras’ entraban a la plaza de toros tras haber realizado el encierro con rapidez y nobleza, entre Estafeta y Mercaderes se vivían momentos de angustia. “El Miura estaba encelado con el chico y mi reacción ha sido de la ayudar”. Dicho y hecho. “Torrechiva” se cogió al rabo cuando el toro había hecho presa al mozo contra las tablas del vallado. “Así he conseguido cambiarle la dirección de una cornada que era mortal y también despistarlo”, celebraba con “Olivito” ya en corrales gracias a la labor de mozos y pastores.
La tradición y la normativa no permiten tocar a los toros en el encierro. “Pero en momentos así da igual la norma si es para salvar una vida”, puntualizó el ondense. "No todos se tiran al rabo". Aunque, curiosamente, hace un año su paisano Jesús Alcorcón también salía del anonimato por el mismo gesto y la misma gesta. Las muestras de agradecimiento y las felicitaciones no cesaron durante la jornada de ayer y continuarán hoy. También las de su ángel de la guarda. Otro Alberto Guillamón también apodado “Torrechiva” y ‘rodador’ de los grandes que se fue demasiado pronto, pero al que lleva siempre consigo en su camiseta blanca y roja. Su hijo. Les quedan muchos encierros por correr ‘mano a mano’. El próximo ya tiene fecha.
*Reportaje en el Periódico Mediterráneo:
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