Por Patricia Rodríguez
Foto: EFE/Diario de Navarra
La vida es una carrera de obstáculos. Aunque,
a veces, las trabas nos las pongamos nosotros mismos. Lo de “todo depende de
uno mismo”, “no hay nada imposible”, y frases similares que copan los libros de
autoayuda, cobraban más sentido hoy en los momentos previos al sexto encierro
con toros de Fuente Ymbro. La imagen de un mozo con una pierna biónica
esperando a la manada era un mensaje de esperanza al “todo se puede”.
Esa imagen sin rostro y con una historia
anónima de superación a sus espaldas ha dejado a un lado la del fatídico montón
con el que culminó la carrera de los toros gaditanos el año pasado. La lluvia
se ha cruzado esta mañana en el camino de toros de Ricardo Gallardo. Un estorbo
tan grande como la multitud de personas que se dan cita en el recorrido un
sábado como hoy. A esas dificultades, los más supersticiosos sumaban la de una
vela apagada en la hornacina de San Fermín. Tarde ya para abrir la guía personal cuando el “pip” del reloj se ha juntado con el estruendo de la
carcasa.
Enfilaba la Cuesta de Santo Domingo la divisa
con color también esperanza y de nuevo ese primer tramo acogía unos de los
momentos más emocionantes, a la postre, del encierro. El toro jabonero y uno
negro se han adelantado de la manada para guiarla a la par por la izquierda y
por la derecha del vial, en el que se ha registrado el primer resbalón de los
muchos que han protagonizado los ejemplares. La torada ha continuado más
compacta por la calle Mercaderes y, tras chocar contra el vallado de la curva,
se ha recompuesto para continuar estirada por Estafeta.
A escasos metros de ese punto tomado por el
antideslizante, se ha visto como se desplegaba claramente el capotillo del
patrón cuando un toro castaño ha encestado a un mozo por la camiseta y lo ha
arrastrado varios metros. El suelo mojado, y el quite divino, han provocado la
caída del animal y aquello ha servido para que el mozo se desenganchara del
asta. Todo tiene su parte positiva. Ese mensaje no falla en los citados libros.
Para entonces “Jalado”, el destacado
jabonero, abría manada junto a los cabestros como había sido su pretensión
desde salida. Tras él, el resto de sus hermanos han permitido bellas carreras extendiendo
su presencia por Estafeta bajo una Pamplona hoy, como tantas veces, grisácea. Así
han seguido por Telefónica y callejón, registrando un tiempo de 2’49” sin más
contratiempos que añadir que los de uno mismo. Como diría el libro de autoayuda: “Tropezar no es malo,
encariñarse con la piedra sí”. Pues eso.
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