Por Patricia Rodríguez
Foto: EFE
Dice mi madre que lo que no pasa en un año, pasa
en un instante. Y debe ser verdad, porque el refranero popular, del que mi
madre sería digna documentalista, no suele errar en sus afirmaciones. Nuestros
mayores siempre tienen la razón, aunque los jóvenes no queramos reconocerlo. Esta
mañana la caída de dos toros en el encierro de Miura, el último de los 'sanfermines' 2014, ha puesto en valor la importancia del tiempo, del momento, cuando las circunstancias han superado a las expectativas.
La legendaria divisa sevillana era la
encargada de cerrar hoy la Feria del Toro en un lunes laborable, descolgado de
la semana taurina que ha vivido Pamplona estos siete días atrás. Menos gente en
el recorrido, por lo tanto. Los medios incidían en que Miura suele correr los masificados
domingos por su nobleza; mientras otras voces apuntaban que los Miuras son
Miuras, con que ¡Ojito!. O en su defecto el: "Ten cuidado que hay mucha gente y los toros nunca sabes cómo van a reaccionar", tan propio de las madres, abuelas, novias o similar. Los que sufren por uno, vamos.
La manada ha pasado compactada por la
hornacina del santo patrón, que en los minutos previos a las 08.00 horas ha recibido
las últimas plegarias en forma de cántico de este año. El año que viene más. La
‘miurada’ ha continuado con nobleza por Mercaderes e incluso ha pasado por la
curva sin rozarla. Los primeros cuatro ejemplares cárdenos han enfilado
Estafeta con velocidad y así por Telefónica y la bajada al callejón. Pero
faltaban los dos salineros. Desconcierto y esa especie de angustia que comporta la ausencia de noticias.
Ahí estaba ese instante del que habla mi madre
o el refranero, tanto monta, monta tanto. A la salida de la curva de Estafeta los dos
astados han caído y se han quedado descolgados de la torada. El primero se ha
levantado y ha hecho marcha. El segundo, “Olivito”, ha buscado presa en la parte
derecha del vial. Embestidas bruscas y certeras contra un joven y una fachada protegida. Destrozos.
En la plaza se aplaudía la llegada de los
primeros ejemplares, mientras en Mercaderes los gritos tenían la misma
intensidad que las cornadas contra el vallado, al que el joven ha llegado
tras escapar del encelado Miura. Mientras un corredor experto coleaba al toro, agentes
de la Policía Foral conseguían meter al herido entre las tablas. Y entonces la vida, la del chico, pero también la nuestra, pasaba a toda velocidad como si rebobináramos una película.
Tan solo ese tipo de avisos son capaces de hacernos reaccionar sobre la importancia de aprovechar el día a día. Toques de atención que han continuado por toda la Estafeta, al igual que las cornadas, levantando la cara y empujando con los cuartos traseros, mientras los mozos guiaban al 'descarriado' de Miura hacia la plaza y los pastores impedían que tomara las de Villadiego. Casi 5 minutos ha durado esa lección de vida sobre los adoquines antes de dar cerrojazo a los encierros de 2014. Sin embargo, su efecto no durará más que el de la Aspirina. Y para este 'mal' tampoco hay receta.
Ya falta menos #SanFermín2015
PARTE
DE HERIDOS: 3 heridos por asta en el último encierro de San Fermín
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