Por Patricia Rodríguez
Los ángeles de la guarda son seres etéreos,
anónimos. Los del encierro de hoy tenían nombre y apellidos. Algunos dirán que
su identificación se debe a su intrusión sobre los adoquines con camisetas de
colorines, pero lo cierto es que sus respectivos DNI han salido a relucir tras
actuar como salvadores de vidas.
A veces uno sale a la palestra sin quererlo. La vida
es muy traicionera. No pregunta, no pide opinión. Reivindicar el anonimato en
un festejo con más de 400 periodistas acreditados y las televisiones
retransmitiendo en directo para todo el mundo es tan utópico como lícito. Esta
mañana han enfocado la tragedia, el peligro que comporta un encierro con seis
toros cerriles y que algunos no tienen asumido. Pero, por suerte, han captado también
el compañerismo del que rebosa el mundo del toro y, en concreto, el de los
festejos populares.
Ninguno de los que hoy han chupado cámara pretendían
protagonizar esos planos. Ni los heridos, claro está, ni los que les han hecho
el quite. Nobleza obliga. Quizá sí hacer una buena carrera y quizá también que
quedara registrado de algún modo para su satisfacción personal. Pero hay
situaciones que se nos escapan de las palmas de las manos.
Los primeros metros que han recorrido los de El
Pilar por la Cuesta de Santo Domingo presagiaban una carrera, al menos,
trepidante. El castaño que se ha puesto en cabeza parecía que quería batir
récords pero la embestida a un mozo en su camino ha cambiado el rumbo de las
buenas vibraciones. Los supersticiosos se remitirán al número 6, identificativo
del sexto encierro, que a su vez se identifica con el número del diablo. Una
figura que en carrera siempre toma forma de toro bravo.
La torada volvía a recomponerse en Mercaderes para
continuar agrupada pero estirada por la calle Estafeta. Ha sido entonces cuando
el toro negro que cerraba el grupo ha arrollado a un mozo, quedando descolgado.
El joven ha intentado retirarse de la cara pero un tropiezo lo ha vuelto a
poner a su merced. Intensos segundos en los que ha aparecido su ángel: Jesús
Alcorcón. ¿Por qué no decirlo? El rodador de Onda se ha echado al rabo para
quitárselo, mientras el de Morella se aferraba al pitón para evitar ser
corneado. Dos castellonenses unidos en Pamplona por el toro y las
circunstancias.
Con el animal controlado, varios corredores han retirado al herido hacia el vallado y otros tantos han metido al toro de nuevo en marcha. Más ángeles. Y más nombres y apellidos. Fuera de Estafeta ha continuado entonces la carrera más importante: la de la vida. Todo eso ha sucedido mientras el ‘pelotón’ recorría los últimos metros de los 850 metros que lo componen con buen son y permitiendo tocar pelo.
Con el animal controlado, varios corredores han retirado al herido hacia el vallado y otros tantos han metido al toro de nuevo en marcha. Más ángeles. Y más nombres y apellidos. Fuera de Estafeta ha continuado entonces la carrera más importante: la de la vida. Todo eso ha sucedido mientras el ‘pelotón’ recorría los últimos metros de los 850 metros que lo componen con buen son y permitiendo tocar pelo.
Pero el rezagado salmantino se había propuesto no imitar el noble comportamiento de sus hermanos y, de
nuevo, ha probado la capacidad de sus oponentes cerca de
Telefónica. Ya en la bajada al callejón ha embestido a un par de
corredores antes de que el madrileño David Rodríguez* haya vuelto a colear al
animal en pro del festejo y de sus participantes. Más nombres y más gestas.
El cierre del portón de corrales a los 4’ 57” ha
puesto fin a una pesadilla en la que había ángeles de la guarda. Al parecer no
siempre están en el cielo, sino no me explico cómo hoy estaban sobre los
adoquines.
PD: En la crónica...son todos los que están pero no están todos los que son. A todos, a los identificados y a los que no, mi admiración. Ánimos para Diego Miralles "Mija", de Morella, y para el resto de heridos. ¡Gracias!
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