7/14/2013

Crónica octavo y último encierro de San Fermín 2013: El primer encierro


Por Patricia Rodríguez


Lo de ayer fue una señal. Un aviso, más bien. Hay cosas que se ven venir. Y así lo fuimos denunciando, criticando, alertando día tras día. Hasta que el séptimo Pamplona dejó de respirar. También nosotros. Hoy, en el pórtico del octavo y último encierro de los sanfermines, algo había cambiado. El escenario era el mismo y, sin embargo, la sensación era muy diferente. Menos gente, más miedo y, ante todo, más respeto.

Volvía a nacer la fiesta como nace un nuevo día. Pero con el antes y el después que marca una situación límite. Se desprendía Iruña de la máquina de respiración asistida, al igual que el herido más grave en el montón. Y con ese aliento que comportaba la noticia, ese aire aún entrecortado, contenido, la ciudad recibía a los Miura. Ganadería con tanta solera en el encierro que incluso unos cuantos corredores se enfundaron la americana para venerar al hierro de Zahariche.

En la Cuesta de Santo Domingo los tres cánticos a San Fermín se llenaban de plegarias, mientras en la plaza se modificaba el protocolo para que no se repitiera el error de las puertas. Dos puntos separados por 850 metros en los que hoy garantizar la seguridad tenía más prioridad que hacer una buena carrera. Y así lo han hecho saber saber algunos pitidos al paso de las autoridades en su pasacalle matinal hacía el coso pamplonica.

Un mismo recorrido que los seis Miura han iniciado  a las 08.00 horas. Ha tomado la delantera uno de los ejemplares que a los pocos metros ha vuelto fusionarse con la manada. Mientras avanzaban por la cuesta, varios toros se han puesto a la cabeza derrochando nobleza para pasar por delante de la fachada de la casa consistorial. Ellos también sabían cómo estaba el patio. Las malas noticias también llegan a los corrales del Gas.

Los seis ‘miuras’ han barrido la curva de Mercaderes a su paso y han seguido avanzado por Estafeta que hoy también parecía más limpia de corredores o, mejor dicho, de ‘mirones’. Bonitas carreras devolvían el mal rato pasado ayer a los que sueñan con tocar pelo en la capital del toro durante todo un año. A mitad calle, uno de los astados se ha quedado descolgado y ha sido arropado por tres cabestros y bien llevado por los que atesoran experiencia en sus piernas. Mientras, el resto del grupo seguía veloz hacia un temido callejón que hoy pocos se han atrevido a cruzar.

El punto negativo del veloz encierro ha tenido lugar en la bajada al callejón donde una joven que se ha refugiado en el vallado ha recibido el cornalón de uno de los toros al embestir en la carrera. 2 minutos y 16 segundos después de oír el cohete, Pamplona seguía respirando. Lo hará mejor mañana y pasado... Todo trance tiene su proceso de recuperación.

El de hoy no ha sido un encierro más, tampoco el último. Ha sido el primero.


#YAFALTAMENOS



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