7/13/2013

Crónica séptimo encierro de San Fermín 2013: De la risa a la tragedia





Por Patricia Rodríguez

Nos reímos de Mariló. La Montero, la misma que trasplanta almas junto a órganos, comparó la masificación de los sanfermines con la tragedia del Madrid Arena. Y nos reímos de ella. Nos indignamos. Mucho, además. Siete días después de aquel despropósito de la presentadora de TVE el encierro tenía tintes de tragedia cuando la entrada de toros y corredores a la plaza quedaba restringida por un tapón al final del callejón.

No nos sale ahora la sonrisa, ni tan siquiera una mueca mientras estábamos viendo las imágenes de lo que iba a pasar a la historia de los sanfermines como una carrera rápida y limpia. Y entre las caras de angustia, el sufrimiento de los atrapados en un montón y de los mozos que se han quedado entre Pinto y Valdemoro, en pleno callejón tras guiar como Dios manda a los toros, nos venía a la mente que el resultado podría ser tan catastrófico como el de aquella maldita noche de Halloween. Nos venía a la mente Mariló Montero. Y no, ahora no nos hemos reído.

De momento: incertidumbre. Se habla de tantos heridos como dudas surgen alrededor del suceso. Entre las primeras hipótesis se baraja –y así se ha apreciado en repeticiones posteriores- que uno de los portones de la plaza ha dificultado el acceso al coso al cortar el paso del río de personas que huía de los Fuente Ymbro. ¿Por qué? El verdadero motivo aún se desconoce o, al menos, no es oficial. Pero hay errores, acciones, que se pagan caro. ¿Acaso se le puede poner precio a una vida?

Salían puntuales, como cada mañana, los seis toros de los corrales de la Cuesta de Santo Domingo. La manada se había disgregado y los corredores estaban cogiendo toro. Se complicaba la carrera en los últimos metros al quedarse rezagado el jabonero. O eso creíamos todos. En la plaza las complicaciones eran bien diferentes. Entrar al callejón era una trampa mortal. Decenas de corredores, mansos, y toros que buscaban pisar la arena, nada más. Entre dudas, los que se han visto abocados a ese callejón sin salida han tenido la habilidad de meterse en las gateras que se construyeron, precisamente, para aliviar montones como el de hoy.

Aquellos que creíamos que eran parte del pasado y que esta mañana han vuelto a nuestras pantallas. Algunos hemos cerrado los ojos ante la agónica escena. No hay más ciego que el que no quiere ver. Pero los que ni pueden ni deben cerrar los ojos son las autoridades, Pamplona, la Casa de la Misericordia. La solución ha sido la de desviar a la manada por el callejón para darles acceso a la plaza por otro de los portones. A los 4’ 15” se cerraban las puertas de chiqueros y se abrían las de la enfermería.

Nuestro corazón se centraba entonces en los heridos. En nuestra mente, sin embargo, se repetía el inapropiado símil con el Madrid Arena. Una comparación odiosa, sí, pero a la que hoy ya no le encontrábamos la gracia aunque sigamos indignados. Perdón, Mariló.


PD: Mucha fuerza a los heridos. A estas horas lo único que podemos hacer es encomendarnos a San Fermín.


EXPLICACIÓN DEL MONTÓN (Informa: Ignacio Murillo, periodista del Diario de Navarra)



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