7/15/2009

"Ordoñista hasta el resto de mi vida" por José Luís Medina


Artículo y foto: José Luís Medina

Me aficioné al arte del toreo. Cuando había toros en Ronda, de niño me llevó mi padre alguna vez a recoger los cueros porque trabajaba en un almacén de pieles y mientras él estaba en el desolladero yo veía la corrida.

En el colegio coincidí de compañero con Ángel Harillo Ordóñez, primo de los Ordóñez, él sé sentía orgulloso de sus primos. A veces en el colegio solía hablar de ellos. Por aquel entonces, ya destacaban como toreros: Cayetano, y Antonio, llevados de la mano de su padre: Cayetano Ordóñez “Niño la Palma”.

Unos años más tarde por causa de mi trabajo, me trasladé a Jerez, y en la barbería donde trabajé sé comentaba mucho de toros, todos sabemos, que aquella -- es tierra de ganaderías, y buenos aficionados. En la feria de la vendimia del año 1960 en una corrida concurso se anunciaba el cartel: Antonio Ordóñez, Juan Antonio Romero, y “El Trianero”. Animado por un primo, y también por el paisanaje con él maestro rondeño, decidimos ir a la corrida.

Con la plaza llena, hasta la bandera, empezó la gran tarde, que en general estuvo bien. Yo voy a relatar la mejor faena que he presenciado en una plaza, en todos mis años de aficionado.

El toro fue lidiado por él maestro Antonio Ordóñez, y pertenecía a la ganadería de Benitez Cubero, de nombre: “compuesto.”Lo recibió el rondeño a una sola mano, toreándolo a la verónica, de forma bellísima y majestuosa entre ovaciones. En el tercio de varas el toro se arrancaba hacia él caballo, desde media plaza demostrando su gran casta y bravura. Siguió el tercio de banderillas, y con la muleta llegó ¡la apoteosis!. El maestro de Ronda lo toreo con ambas manos, entre los ¡olés! de un público entusiasmado con todo el arte y la maestría que atesoraba. La plaza puesta en pié, !era un clamor¡ contemplando la faena de muleta. (vi, aficionados llorando de emoción).

Llegó el momento cumbre cuando sé pidió el indulto del toro. El maestro tenía que simular la suerte suprema, con una banderilla... Entonces la tiró. Y citándolo a recibir, con la palma de la mano, llegó al morrillo de “compuesto” Se produjo la ovación más grande que e visto. Le concedieron simbólicamente, de otro toro, las dos orejas, rabo y dos patas. Dando una triunfal vuelta al ruedo con él ganadero y otra más, a petición del público. Una gran tarde para la historia de la plaza de Jerez, y para todos los que tuvimos la suerte de presenciar la corrida.

Luego pude hacerme una foto con él maestro que aún conservo con mucho afecto. Me hice, ordoñista hasta el resto de mi vida.

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