7/24/2009

4º Feria de Julio de Valencia: “Je ne sais pas!”






Informa: Patricia Rodríguez

Fotos: San García


Me pregunto si lo que sucedió ayer en la plaza de toros de Valencia fue un robo o un castigo. Y es que aún no he logrado saber si el presidente de la corrida, muy amigo de lo ajeno, se apropió de la oreja a Sebastián Castella en la faena al quinto de la tarde o, sin embargo, decidió sancionarlo por motivos desconocidos negándole la Puerta Grande. Lo que está claro es que la máxima autoridad del festejo se pasó por el forro de la chaqueta el Reglamento de Espectáculos Taurinos de España en el que dice textualmente: “La concesión de una oreja se realizará por el presidente a petición mayoritaria del público; la segunda oreja de una misma res será de la exclusiva competencia del Presidente, que tendrá en cuenta la petición del publico, las condiciones de la res, y fundamentalmente la estocada”. ¿No conoce el presidente el reglamento o es que no vio al respetable pedir hasta la saciedad el trofeo? Je ne sais pas!

 

Con los termómetros rozando los 40 grados a las 19.00 horas, el estar en los tendidos de sol del coso de la calle Xátiva ya parecía un castigo, que no un robo. Tampoco sé si fueron un robo o un castigo los toros de Valdefresno y Hermanos Fraile Mazas (4ª), en líneas generales de buena presencia, pero de los que sólo se podrían salvar 2º y 5º.

 

No desaprovechó el diestro galo el mejor lote de la deslucida corrida y recibió una oreja tras lidiar al noble segundo, de 501 kilos, al que realizó una faena fundamentada en la mano derecha con varias series meritorias y mató de una estocada honda. Pero lo mejor de Castella llegó con el quinto y con ello el robo o el castigo de la presidencia. Recibió el torero al número 11 de Valdefresno en los medios con un pase cambiado por la espalda y repitió la hazaña acto seguido. “Campanero”, que no se había acoplado en el primer tercio, se puso a las órdenes del francés en cuatro series por la derecha de gran interés en las que dio muestras de una gran calidad técnica y estética. Lo intentó por la izquierda sin fortuna y volvió con la diestra para terminar la faena arrimado a tablas en busca del huidizo toro. Mató de una estocada trasera con la que aparecieron los pañuelos blancos, los abanicos e incluso alguna zapatilla pidiendo el trofeo, pero el señor presidente permaneció inmóvil, impasible, como un ninot indultat -ya que estamos en Valencia- y la crispación se desató en unos tendidos que ofrecieron una ovación cerrada de más de un minuto como reconocimiento a Sebastián Castella.

 

Abrió plaza Enrique Ponce con Cigarro, un ejemplar de 544 kilos huidizo y sin fijeza que hizo desesperar al valenciano y al respetable. Lo recibió con hondura por verónicas con el capote y empezó la faena con la franela con doblones, obligando al toro que salía suelto tras cada pase. Lo más destacable fueron dos series en redondo y el fallo con los aceros. Tampoco le acompañaron los aceros con su segundo, al que supo aleccionar durante la lidia. Lo recibió con doblones por la derecha y se lo llevó a los medios, donde le ejecutó una buena serie. Ante las dificultades del animal Ponce dio el callo y recibió la ovación de su público tras una serie de tres molinetes y circulares con la diestra. Se gustó el de Chiva que incluso llegó a realizar un molinete de rodillas en los medios. Dos pinchazos y una estocada caída sólo le valieron para llevarse una ovación.

 

Miguel Ángel Perera también se fue de vacío ayer. Recibió por verónicas con el compás cerrado al mansurrón que le tocó en suerte, de 568 kilos. Supo llevarlo bien con la derecha con largas series ligadas, algunas casi en redondo. Lo intentó también por el pitón izquierdo donde, a pesar de que el toro no tenía calidad, dejó ver algún natural. Mató tras un pinchazo. La segunda faena del de la Puebla del Prior (Badajoz) pasó casi desapercibida tras la indignación general con el quinto y con Morante en el callejón. Brindó Perera al público una faena que comenzó con derechazos a pies juntos en la ralla de picar. Destacar la tercera serie con un molinete, cuatro derechazos en redondo, cambio de mano y remate. Otro pinchazo y vuelta a casa por el patio de cuadrillas.


¿Robo o castigo…? Je ne sais pas!

 

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