Por Patricia Rodríguez
A los Fuente Ymbro les falló la mecha. Y no sólo la del cohete que cada mañana abre las puertas a la carrera a las 08.00 horas.
Más de uno se puso las manos en la cabeza al ver que la mecha no prendía y, de buen seguro, se las volvió a poner al comprobar que había otra carcasa preparada por si las moscas. Un detalle que demostró que en Pamplona no hay lugar para la improvisación en el ritual que comporta el encierro.
Sin embargo, lo único que no se puede preveer es el comportamiento de los toros una vez pisan los adoquines. Los protegidos de Ricardo Gallardo enfilaron Santo Domingo estirados hasta llegar al Ayuntamiento, donde un toro negro y otro jabonero tomaron la iniciativa. Su paso por la curva permitió que la manada se compactara hasta mitad Estafeta, donde un toro resbaló y provocó su ruptura.
Un momento que aprovecharon los corredores para tomar posiciones repartidos entre los seis ejemplares y esos metros soñados con los toros a escasos centímetros.
Ya en la plaza el protagonista fue "Infundio" que, agotado, cayó varias veces al suelo. Una falta de mecha que no se solucionó cambiando de carcasa, sino con la ayuda divina de los dobladores que lograron llevarlo a chiqueros.
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