Información e imagen: Patricia Rodríguez
La tarde fue cárdena ayer en Artana (Castellón). Un
pronóstico que, de antemano, hubiera realizado cualquier meteorólogo si en
lugar de basarse en la ciencia lo hubiera hecho en el cartel taurino de las
fiestas de San Juan. Y así, empeñados en atender al satélite Meteosat, un
ejemplar de Partido de Resina fue el culpable de que la sección de ‘El Tiempo’ perdiera
credibilidad al vaticinar “sol” en tarde de pablorromero.
Cierto es que no había ni rastro de nubes sobre la
Serra d’Espadà aunque los aficionados lo vieran todo más gris. Ya se sabe, todo
depende de los ojos con los que se mire. Cuando los minutos aún rozaban las
19.00 horas, abrió la tarde y la semana taurina el ganado de Pedro Fumadó ‘Xarnego’.
Un pan sin sal fue la primera vaca, que se paseó daquí pallá y dallá pacá; la segunda, por el contrario, pidió antes
que dio pero dejó detalles gracias al trabajo de los rodadores, que se la
jugaron para moverla y fueron ovacionados.
La llegada del toril a la plaza del Ayuntamiento
aumentó la expectación a la par que el número de espectadores en el recinto. Unas
esperanzas que se vieron recompensadas nada más abrir el portón y se oyó un: “¡Qué
guapo!”. Y es que si de algo pueden presumir los habitantes de Partido de
Resina es de eso. Suena superficial pero es de recibo alabar la bella estampa
del ejemplar, marcado con el número 38 y el guarismo 9, adquirido por el
consistorio, que lucía un perfil armónico con buenas hechuras e imponente
cornamenta.
Pero ‘Zapatito II’ no sólo fue una cara bonita de
pelo cárdeno oscuro. También dejó ver esas cosas que dan un voto de confianza a
la recuperación del legendario hierro. El astado arremetió contra el cono que
protege la fuente y se arrancó a Tano hacia corrales, que se protegió con el
toril dónde fue en su busca. Tras su salida de la plaza partió hacia la zona
más cercana a la iglesia, donde buscó refugió y en la que protagonizó una
peligrosa arrancada en la que se vieron implicados varios aficionados sin pasar
a mayores. El animal tuvo que ser enlazado para volver a corrales, ofreciendo
resistencia, cuando el cielo se fusionaba con el color que desacreditó a los
meteorólogos.
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