Informa: Patricia Rodríguez
Reconozco que saco las uñas cada vez que, sentada en el tendido, escucho cómo alguien pregunta: “¿Quién torea hoy?”. Sí, ya lo sé,
a mí eso ni me va ni me viene… pero me molesta. Siempre he pensado contestar:
“¿Y usted a qué ha venido aquí?”, pero nunca se lo he dicho a nadie. Y,
pensándolo bien, toda piedra hace pared y el señor o señora en cuestión ha
pagado religiosamente su entrada. Así que ¡A callar!, que diría mi madre. Algo
similar sucede en los “bous al carrer”. La gente se planta en el recinto
taurino y pregunta al primero que encuentran: “¿Qué hacen hoy?”. Bienvenidos sean también.
Ayer en l’Alcora no todo el mundo era consciente de que iba a salir un
Samuel Flores del toril en la segunda jornada taurina de las fiestas del Cristo. Y no todos, tampoco, sabían en qué lugar sería
exhibido el ejemplar llegado desde la finca El Palomar a la capital de l’Alcalatén.
Yo, informada del cambio en el cartel, fui el claro ejemplo de este segundo
caso. Y entonces me oí diciendo: “¿A qué toro sustituye el Samuel?” ¡Me pasa por
hablar!
No tuve -tuvimos- que esperar mucho tiempo para
descubrirlo. El número 52 y guarismo 9 de Samuel Flores abrió plaza en lugar
del ejemplar de Los Recitales adquirido en un principio por la peña Rincón
Taurino. Precioso, en el tipo de la casa ganadera, el toro salió del toril con la chispa que
le costó prender a la ‘traca’ anunciadora. Lo templó con sendas rodadas Carlos
Fernández ‘Pijilla’, que se refugió en uno de los cadafals tras salir del
embroque sin que el ejemplar llegara a seguirle hasta barrotes. Tras responder
a varios cites en la plaza se fue a la parte baja del recinto, donde remató en
las talanqueras pero no quiso entrar al trapo.
Momento de corroborar cartel y divisa a la salida
del segundo, el Román Sorando financiado por la A.T. El Cossío que fue a su
aire por el recorrido. Cerró tarde un ejemplar de la ganadería José Mur
Fornatet adquirido por la debutante Sin Compromiso. El animal salió del cajón
buscando a los aficionados refugiados en los cadafales vecinos. Si bien causó momentos
de tensión en un primer momento, se fue viniendo a menos.
Y cerrados los tres cerriles nos vimos preguntando aquello de: “¿Ahora
hacen vacas?”. Ay, Dios, “per on parles, passes”.
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