1/12/2015

Veo pone el corazón en el 'dia del bou'

Guarda, de Onda, con "León".


Informa: Patricia Rodríguez


Ser objetivo es difícil cuando asoma el corazón. Cuando los latidos avisan del verdadero significado de lo que podría ser una simple jornada taurina. Nada más lejos de la realidad en Veo (Castellón), donde el sábado los vecinos volvieron a cumplir con un encargo que no hizo falta que dejaran por escrito los que ya no están. 

Desbordaban sentimientos sus calles, por unos días acotadas con talanqueras para celebrar su tradicional 'dia del bou'. Reducido el tamaño de su recinto taurino, acorde con el tamaño de esta pedanía que, sin embargo, encierra el encanto de la Serra d'Espadà y que de nuevo abrió los brazos para acoger a centenares de aficionados. Hasta allí llevó el destino a "León", protagonista de una historia sin saberlo.

El toro cerril de la ganadería San Miguel, guarismo 8 y número 3, no sacó la garra que hubieran deseado los taurinos. Bajo una presentación digna, salió del cajón pasadas las 17.00 horas en dirección a la plaza, donde Juanjo Herrero, miembro de la Comisión de Fiestas, le levantó la chaqueta. La ovación a la salida se hacía extensiva a los responsables de que aquello fuera posible un año más. De mantener una tradición de la que también fueron artífices sus antepasados.

Entró a las chaquetas que le ofrecieron en los primeros minutos de su exhibición sin transmisión alguna y pasó por la parte baja del recinto. Menos confianza les dio a su vuelta a los rodadores que pisaban los adoquines y fue encerrado poco más de 20 minutos después. La tarde continuó con el ganado de Hermanos Zorrilla que ya había inaugurado el día a las 13.00 horas con la entrada y prueba con un calor asfixiante. 

EMBOLADAS // La noche trajo consigo una bajada de temperaturas que, sin embargo, permitió disfrutar sin más ropa de abrigo de lo habitual de las dos emboladas programadas. La primera, con un toro cerril de Zorrilla en el pilón, resultó accidentada al soltar el animal de los corros junto a un manso. El entuerto se solucionó con el animal ya luciendo el fuego por las calles. A continuación fue embolado el cerril de San Miguel, que tuvo movilidad y se resistió a ser encerrado llegada la madrugada. 

Con los chiqueros bien cerrados no desaparecieron los sentimientos ni el compromiso con una tradición que los vecinos cumplen a rajatabla.


¡Hasta el año que viene!



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