Informa:
Patricia Rodríguez
Foto: www.elperiodicomediterraneo.com (Paco Poyato)
Las
cosas no siempre son como uno quisiera que fueran. En los toros pasa muchas
veces como en el tema sentimental, que por mucho que uno quiera si el otro no
está dispuesto apaga y vámonos. Y si uno se resiste a resignarse le puede pasar
como a José Laparra, el expresidente del CD Castellón –el mismo que llevó al
club a la ruina, dicho sea de paso-, que dicen pagó 165.000 euros a una pitonisa
por un conjuro de amor. No, no funcionó. Pero eso ya es otra historia escrita
en las páginas de ‘Sucesos’.
No
salieron ayer las cosas en la Vila de Almassora como hubieran querido las peñas
patrocinadoras y los aficionados. Y eso que dicen que no hay quinto malo, en
este caso quinta. Abrió la quinta de la Feria Taurina de Santa Quiteria un
astado de Arucci en La Picaora que no le echó cuentas al rodador que lo
esperaba frente al cajón cuál pretendiente que espera en el portal. Pero “Flor
de Jara”, marcado con el número 51, resultó ser un egocéntrico y decidió ser el
centro de atención, sin más, ante el tendido de sus patrocinadores Numereu-vos,
Caldera, Les Dos, Flota-fil, Siret, Gin-Tónic, Declive y Jerga.
Los
de El K-Nut, se encomendaron a la salida del segundo a San Pedro Regalado,
patrón de los que se juega la vida delante de un toro. Atendiendo a sus
súplicas, el fraile franciscano que paró la embestida del animal tras implorar
al cielo protegió a Abel Jiménez que volvió al ruedo para recibir a “Hijuelo”. Sin
embargo, el santo no tenía la potestad divina para otorgarle condiciones al
Torres Gallego ni para que surgieran mariposas con sus ‘padrinos’ Desfase, Kripta y
Posada, que lo siguieron de cerca igual que Ismael Lozano, a la cabeza de los de
morado.
Los
de El Comboi probaron suerte con San Valentín, que tampoco es que tenga mucha
puntería. ¡Para qué engañarnos! Pero a “Andador”, el número 29 de Las Monjas,
le gustaba el ‘roneo’ y el ‘dejarse querer’ y dio algunas esperanzas a su paso
por las calles del casco antiguo. No en vano, su exhibición tuvo más peso que
la de sus antecesores, entrando a los cites que le ejecutaron los rodadores en
La Picaora y haciendo creer que allí podía haber algo. “Que piensen lo que
quieran”, decía por sus adentros.
En
octubre tendrán otra oportunidad para encontrar el amor taurino. Otro, digo.
Tropezar no es malo, encariñarse con la piedra sí.
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